lunes, 23 de febrero de 2009

El buitre minúsculo



El otro día en el trabajo surgió la duda sobre la manera correcta de escribir el nombre vulgar de las especies, ya que cada uno lo hacíamos de un modo distinto. Yo siempre los he escrito poniendo la primera palabra comenzando con mayúsculas y la segunda con minúsculas (por ejemplo: “Halcón peregrino”) y creo que ello se debe a que mentalmente he seguido el mismo planteamiento que se utiliza para escribir los nombres científicos en latín, donde el género se escribe con mayúsculas y la especie con minúsculas (“Falco peregrinus”). Pero quizás haya adquirido esta costumbre por un exceso de apasionamiento, ya que siempre tendemos a escribir con mayúsculas las cosas importantes, como los nombres propios, los apellidos, los países, las ciudades……y las aves siempre han ocupado un destacado lugar en mi vida. Algo tendrá que ver el subconsciente, digo yo .....
Por otro lado estaban los que defendían que los nombres se escribían con todas las palabras en minúsculas (por ejemplo: “halcón peregrino”) y por otro, aunque con menos seguidores, los que escribían el comienzo de ambas palabras con mayúsculas (“Halcón Peregrino”).

No pudiendo resistirme a vivir por más tiempo con semejante duda ortográfica, decidí realizar una consulta a la Real Academia Española, que dispone de un excelente y rápido servicio para atender estas preguntas a través su página web. En un par de días recibí la respuesta de los expertos de la Academia, aclarándome que el modo correcto de escribir los nombres de las especies es siempre con minúsculas (definitivamente sería “halcón peregrino”).
Esta fue su respuesta:
“Los nombres comunes de las especies animales y vegetales se escriben con minúscula: jilguero común, halcón peregrino como puede comprobar en el siguiente texto extraído del Corpus de referencia del español actual: «El águila real, el halcón peregrino, la avutarda, la cigüeñuela, la chova piquirroja, el camachuelo trompetero, la pardela cenicienta o la gaviota de Audouin son algunas de las 22 especies de aves por los que algunos lugares se han declarado ZEPA en el ámbito de la Comunidad murciana».(Murcia enclave ambiental, nº 1,Red Natura 2000 [España 06/2003])."

Bueno, lo acepto, sólo espero que no me obliguen a corregir las miles de veces que he escrito mal el nombre de tantísimas especies!!!

Reglas ortográficas aparte, a mi me sigue costando mucho escribir con minúsculas el nombre de especies tan emblemáticas como el Buitre negro, perdón, quise escribir buitre negro,.....el águila imperial o la cigüeña negra, que llevan sobre sus alas el mérito de una penosa existencia, siempre asomadas al abismo de la extinción, amedrentadas por la progresiva degradación de sus hábitats y quedándose atrás en la desigual carrera para adaptarse al acelerado ritmo de cambios que el hombre les impone. Creo que estas aves tienen una importancia mayúscula....aunque las escribamos con minúsculas.
Sólo queda como único consuelo empezar las frases con el nombre de la especie....o después de punto final o punto y seguido!

Este buitre negro (!!) está fotografiado desde el Castillo de Monfragüe, una tarde en que decidió arrimarse a esta espectacular atalaya. El 600mm no me permitió encuadrarlo entero ni tampoco me dio tiempo a cambiar de focal, pero creo que así el resultado es más espectacular.

lunes, 16 de febrero de 2009

Recreando el paisaje de Monfragüe


Esta imagen tiene mucho de irreal, aunque puede que en algún momento de la historia el paisaje que podía contemplarse desde el castillo de Monfragüe debió ser muy parecido a este ....quizás varios siglos atrás.
Mediante herramientas digitales he “manejado” artificialmente algunos elementos del paisaje de Monfragüe: han desaparecido las líneas de alta tensión, los cortijos, las carreteras, el embalse de río Tajo, algunos pueblos en el horizonte, los olivares modernos, las escalinatas, la barandilla y la carretera asfaltada de acceso al castillo.... y de paso he restaurado el bosque mediterráneo en la ladera de solana de la sierra, dándole mas densidad y cobertura. Cualquiera que retenga en su memoria el recuerdo de este maravilloso escenario natural percibirá sin dificultad las diferencias con la realidad.
Me ha resultado relativamente fácil eliminar los elementos que el hombre ha introducido recientemente, como los tendidos eléctricos, las carreteras o las construcciones pero, paradójicamente, es casi imposible volver a transformar digitalmente algunos elementos del hábitat, como las dehesas, fruto de cientos de años de constante manejo y que ya forman parte de la esencia del paisaje.
Desde allí arriba sientes una profunda admiración por el majestuoso entorno que te rodea y, casi sin querer, la imaginación te hacer pensar en cómo sería ese mimo lugar si retrocediésemos en el tiempo, por ejemplo al momento en el que los árabes construyeron allí el castillo o, echándole más imaginación, cuando vivían allí los primeros pobladores que dejaron sus pinturas en las cuevas de cuarcita. Fantaseando con las inmensas extensiones intocadas de bosque mediterráneo que cubrirían las sierras y las llanuras hasta donde alcanzase la vista..... o con el río Tajo corriendo libre y salvaje entre densos y fragosos riberos, puedes conseguir que contemplar un paisaje te lleve mucho más allá de lo que tus ojos te muestran. Y, por un momento, te invade la gratificante sensación de que siglos atrás otros sintieron la misma admiración ante el mismo escenario natural.

(No he sido capaz de reconstruir digitalmente el lienzo y las almenas que le faltan al castillo, pero si alguien se atreve tiene todo el permiso.... y también todo el mérito!)

Recreando el paisaje de Monfragüe


Esta imagen tiene mucho de irreal, aunque puede que en algún momento de la historia la panorámica que podía contemplarse desde el castillo de Monfragüe era parecida a este paisaje....quizás varios siglos atrás. Mediante herramientas digitales he “manejado” artificialmente algunos elementos del hábitat de Monfragüe: han desaparecido las líneas de alta tensión, los cortijos, las carreteras, el embalse de río Tajo, algunos pueblos en el horizonte, los olivares modernos, las escalinatas, la barandilla y la carretera asfaltada de acceso al castillo.... y de paso he restaurado el bosque mediterráneo en la ladera de solana de la sierra, dándole mas densidad y cobertura. Cualquiera que retenga en su memoria el recuerdo de este maravilloso escenario natural percibirá sin dificultad las diferencias con la realidad.
Me ha resultado relativamente fácil eliminar los elementos que el hombre ha introducido recientemente, como los tendidos eléctricos, las carreteras o las construcciones pero, paradójicamente, es casi imposible volver a transformar digitalmente algunos elementos del hábitat, como las dehesas, fruto de cientos de años de constante manejo y que ya forman parte de la esencia del paisaje. Sentado allí arriba sientes una profunda admiración por el paisaje que te rodea y, casi sin querer, la imaginación te hacer pensar en cómo sería ese mimo lugar si retrocediésemos en el tiempo, por ejemplo al momento en el que los árabes construyeron allí el castillo o, echándole más imaginación, cuando vivían allí los primeros pobladores que dejaron sus pinturas en las cuevas de cuarcita. Fantaseando con las inmensas extensiones intocadas de bosque mediterráneo que cubrirían las sierras y las llanuras hasta donde alcanzase la vista..... o con el río Tajo corriendo libre y salvaje entre densos y fragosos riberos, puedes conseguir que contemplar un paisaje te lleve mucho más allá de lo que tus ojos te muestran. Y, por un momento, te invade la gratificante sensación de que siglos atrás otros sintieron la misma admiración ante el mismo escenario natural.

(No he sido capaz de reconstruir digitalmente el lienzo y las almenas que le faltan al castillo, pero si alguien se atreve a intentarlo tiene todo el permiso.... y también todo el mérito!)

sábado, 14 de febrero de 2009

Desde el castillo de Monfragüe


El castillo de Monfragüe es una excepcional atalaya para contemplar, casi a vista de pájaro, los roquedos de cuarcita, las densas formaciones de bosque mediterráneo y las extensas dehesas que se extienden por el valle del Tajo. Las laderas nevadas de Gredos y las cimas de Villuercas configuran el horizonte perfecto para completar un paisaje en el que nunca te cansas de ser un espectador.


Llegué a media tarde y permanecí allí apurando la luz hasta el último momento, cuando ya a penas se veían los escalones de la larga escalinata que asciende al castillo. El atardecer fue dejando diferentes colores, haciendo que el paisaje pareciese distinto a cada momento.
El abigarrado bosque mediterráneo adquiere un mayor cromatismo con el ocaso del día, ganando en matices, en sombras, en contrastes.



Los buitres leonados no dejaron en ningún momento de volar alrededor, siendo muy fácil conseguir imágenes de ellos, especialmente aquellas en la que las que puedes sacar la vegetación de los riberos como fondo. Estos fondos suelen ser desenfocados y con una gran variedad de colores dependiendo de las zonas por donde vuelen los buitres.




Con un poco de suerte también se pueden ver los buitres negros volando junto a los buitres leonados.



Las dos torres del castillo suelen ser posaderos habituales de las chovas piquirrojas, que fueron con diferencia las aves con las que más disfruté, aunque dediqué más tiempo a observarlas con los prismáticos que a intentar fotografiarlas. Sus rápidos vuelos con el bosque mediterráneo de fondo, su potente canto y el sobrio colorido de su plumaje hicieron aún más agradable la tarde.

Me llevé galletas y pipas peladas , que repartí generosamente en un par de sitios para intentar atraer a los escribanos montesinos, colirrojos tizones, carboneros, herrerrillos y otras aves habituales en el entorno del castillo, y al menos conseguí dar de merendar a este petirrojo que anduvo todo el tiempo a mi alrededor.

lunes, 9 de febrero de 2009

.....y grullas al amanecer


Hace unos días comentaba las diferencias culturales existentes entre Suecia y Extremadura, que ponen en evidencia grandes contrastes a la hora de sentir y valorar la convivencia con una especie como la grulla común.
Sin lugar a dudas, el mejor ejemplo de la pasión que los suecos sienten por estas aves lo encontramos en el Lago Hornborga, situado entre los dos lagos más grandes de Suecia (Vänern y Vättern), en el condado de Västra Götaland, en la mitad occidental del país.


Al comienzo de la primavera, el Lago Hornborga es utilizado por más de 10.000 grullas como lugar de concentración y descanso en la ruta hacia sus zonas de reproducción situadas más al norte. Durante poco más de cuatro semanas las grullas protagonizan un extraordinario espectáculo en las orillas de este lago, exhibiendo su llamativa danza nupcial y convirtiéndose en un importante destino turístico que atrae a más de 200.000 personas.
Un estudio realizado en 2005 por el Instituto Sueco de Turismo reveló que la mayor parte de los visitantes procedían de la región donde se encuentra el lago (63%), mientras que el resto llegaban desde otras regiones del Suecia (22%) o de otros países, principalmente Alemania, Noruega y Finlandia (8%), afianzándose como un importante destino turístico de ámbito nacional y muy valorado a nivel regional. La edad media de los visitantes era de 48 años (el 40% mayores de 55 años) y más del 68% ya habían estado con anterioridad allí, tratándose por tanto de un destino que muchos turistas repiten cada año (más de un 15% había estado allí entre 11 y 20 veces). La importante afluencia de público hace que durante estas semanas la ocupación hotelera alcance el máximo anual, a la vez que es el mejor momento del año para restaurantes, cafeterías o establecimientos de dedicados a la venta regalos, artesanía o productos locales. El turismo genera en este período un volumen de ventas que supera los 36 millones de coronas suecas (al cambio 3.444.300 euros, casi 575 millones de las antiguas pesetas), convirtiendo a las grullas en uno de los principales recursos económicos en la comarca. Para entender la verdadera dimensión de estas cifras bastaría con compararlas con los 450.000 visitantes anuales que recibe la ciudad de Mérida, declarada Patrimonio de la Humanidad y uno de los destinos turísticos más importantes de Extremadura. En un mes, las grullas del Lago Hornborga atraen a más de la mitad de los turistas que vistan Mérida en todo un año. ¿A que es para detenerse a pensar en ello?

He tenido la oportunidad de visitar en cinco ocasiones el Lago Hornborga en primavera, coincidiendo con la fecha de la danza de las grullas. Para un extremeño como yo, “jartito” de ver grullas todos los inviernos, cuando te encuentras ante un espectáculo así las aves pasan a un segundo plano. Lo que realmente me impresionó las veces que allí estuve fue contemplar centenares de coches, caravanas y autobuses aparcados y miles de personas tras una larga barandilla de madera observando las grullas, casi en silencio.




Ambiente en los miradores


Allí podías encontrarte con todo tipo de público, desde niños entusiasmados con sus guías de aves a señoras octogenarias con bastón, llevando sus prismáticos Leica en el bolso con la misma naturalidad que mi abuela llevaba el abanico o el paquete de almendras garrapiñadas para los nietos, todos ellos mezclados con decenas de fotógrafos con sus impresionantes teleobjetivos, familias, excursiones de colegios y jubilados, ornitólogos, pajareros, voluntarios explicando el comportamiento de las aves a todo el mundo, etc. Curiosamente, el porcentaje de visitantes que acuden allí por su afición a las aves no era superior al de personas atraídas sólo por espectáculo de ver a las grullas.


No hay edad para la curiosidad

Grullero sueco

He de reconocer que vivir en directo esta impresionante movilización social para ver las grullas me llegó a lo más hondo y me hizo sentir que estábamos a años luz de llegar a una situación similar. Las grullas son para los suecos un símbolo de la llegada de la primavera (después de pasar una larga temporada bajo cero, allí ponen más énfasis en esta celebración), pero además culturalmente tienen asumido el contacto con la naturaleza como algo habitual y gratificante, formando parte de sus actividades de ocio y tiempo libre. Este impresionante respaldo social hace posible que las grullas, unas simples aves, puedan ser un motor socioeconómico dentro de una comarca.
Cuando intentas imaginar algo así en tu tierra, te das cuenta que serán necesarios muchos años para que esa transformación cultural llegue hasta la mayoría de la gente. En Extremadura las grullas están presentes desde noviembre a febrero (4 meses, en vez de 4 semanas!!!), con poblaciones invernantes que pueden alcanzar hasta las 70.000 aves, repartidas en diferentes núcleos de los la mayoría tienen más de 2.000 grullas y ocupando hábitats con un gran valor paisajístico. Quizás algún día nos llegue también ese momento, puede que haga falta que pasen un par de generaciones para que aprendamos a valorar nuestros recursos naturales….pero ojalá que cuando ocurra no sea demasiado tarde.
Mientras tanto, habrá iluminados que nos intentarán convencer de que nuestras posibilidades de desarrollo pasan por transformar el campo en polígonos industriales, aunque sea a costa invadir y alterar enclaves ambientalmente valiosos, con la justificación de son proyectos que generan riqueza, puestos de trabajo e incluso energía “limpia”. Pero además querrán sacarnos de nuestra ignorancia y encima nos harán creer que son la garantía para conservar las grullas y sus valiosos hábitats.

Aquí podéis ver algunas imágenes que hice en el Lago Hornborga a mediados de los 90, cuando se llevaban las cámaras reflex analógicas que algunos de vosotros aún recordaréis. También os dejo unos enlaces para aquellos que queráis saber algo más sobre este lugar, que además es un paraíso para los fotógrafos. Se alquilan unos pequeños hides de madera situados en medio las grullas (en medio quiere decir rodeados por las grullas, para hacer fotos con el gran angular y el macro), perfectamente acondicionados y desde donde además se pueden fotografiar otras aves acuáticas (a 75€ por persona y día). Desde las barandillas también se hacen muy buenas fotos porque las grullas permanecen casi al lado de la gente, a escasa distancia. Desde luego que no parecen las mismas grullas que unas semanas antes volaban apresuradas cuando veían aparecer un coche a 2 km de distancia. ¿Por qué será?

Vista del "Trandansen", el centro de interpretación dedicado a las grullas y situado a orillas del lago. Abre sólo del 15 de marzo al 20 de abril. El resto del año permanece cerrado.

Las barandillas para ver las grullas. Y no se sale nadie!!!!

Las barandillas y las grullas al lado, tan tranquilas

Un momento en "hora punta" en una de las pasarelas que llevan a los observatorios.

Grullas fotografiadas desde la barandilla
Diariamente distribuyen 1 tonelada de trigo por las orillas del lago para que no les falte alimento a las grullas....por eso salen todas comiendo!
El lago y los grandes robles. A la derecha, uno de los hides para hacer fotos.
Logo de una asociación ornitológica local
Uno de los guías voluntarios que se encargan de explicar y aclarar dudas a los visitantes
Dos fotógrafos de los cientos que se juntan aquí cualquier día

Esta enorme grulla da la bienvenida a la enrtada de Falköping, uno de los pueblos más cercanos al Lago Hornborga
Carteles limitando el acceso por algunos caminos para evitar molestar a las grullas

Y así empezó todo, en los 70!!!!

Tampoco falta el humor!


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