viernes, 28 de noviembre de 2008

La gran imitadora


La Calandria es sin duda una de nuestras aves canoras más espectaculares, y aunque puede ser superada por otras en su capacidad melódica, destaca sobre el resto por su facilidad para imitar el canto de otras aves. Es capaz de reproducir con gran precisión fragmentos de la mayor parte de las especies de su entorno, incorporándolos a su canto habitual o emitiéndolos separadamente. Tuve la suerte de lidiar con ellas hace años cuando realizaba censos de aves en los pastizales de “La Serena” y pude comprobar su amplio repertorio, que incluía notas de Cogujada común, Cogujada montesina, Triguero, Buitrón, Tarabilla común, Golondrina común, Pardillo, Jilguero, Alcaudón real o incluso algunos sonidos de Mochuelo y Alcaraván. Suelen ser más imitadoras durante período reproductor, posiblemente para exhibir ante las hembras sus capacidades, pero en plena primavera puedes escucharlas entonar fragmentos del canto del Bisbita común, Alondra, Lavandera blanca o incluso sonidos de las Avefrías, que han aprendido durante el invierno....desconcertando por completo a quién escucha su canto. (!!!¿Qué hace un Bisbita por aquí en pleno mes de mayo?!!!!)
Esta habilidad para entonar melodías hizo que en otros tiempos fuesen aves muy cotizadas y eran capturadas para mantenerlas en jaulas como aves de canto. Tengo aún el recuerdo de niño, cuando ni siquiera tenía un especial interés por las aves, de llegar a la entrada del Mercado de Abastos de Salamanca y ver las jaulas colocadas en alto con las Calandrias soleándose y cantando desenfrenadamente desde su interior, mientras esperaban a que alguien las comprase. Su potente canto y la variedad sonidos que emitían, me dejaron ensimismado!!. El espectáculo sonoro que nos ofrecen estas aves todas las primaveras es admirable, y cuando tengo la oportunidad, me siento a disfrutar escuchando a los grupos de machos marcando su territorio en vuelo y emitiendo sin cesar su canto, como un gran orfeón coral.
Algunas aves utilizan esta habilidad con otros fines diferentes a los del cortejo, como es el caso de los Alcaudones, que imitan los cantos de otras aves para atraerlas e intentar capturarlas con más facilidad. En otros casos bien parece que lo hacen por pura diversión (como los estorninos, capaces de reproducir sonidos urbanos como sirenas, semáforos para ciegos, frenazos o cláxones), quizás para adquirir más destreza o ensayar, como haría cualquier músico. Me ha llamado mucho la atención un estudio reciente realizado en Alemania, en el que los ornitólogos han descubierto que algunas aves urbanas (Grajillas, Arrendajos y Estorninos pintos) han aprendido a imitar el sonido de los teléfonos móviles (la banda sonora de este siglo!!!), evolucionando su canto a medida que se han adaptado a convivir con el hombre en su mismo hábitat.
El canto de las aves aún encierra muchos misterios. Se sabe que tiene un importante componente genético, y que algunas especies aisladas de sus parientes desde su nacimiento son capaces al llegar a adultos de desarrollar el canto territorial sin necesidad de escuchar a otros machos. Pero en otras especies se adquiere principalmente mediante aprendizaje, imitando y aprendiendo las estrofas de sus congéneres. De esto saben mucho los criadores de canarios!
Recientemente se ha descubierto que las aves, al igual que algunos mamíferos más evolucionados, disponen en su cerebro de las denominadas “neuronas espejo”, llamadas así porque se activan únicamente al observar o ver reflejada una determinada acción en otro individuo. Parece ser que conforman un sistema especializado de neuronas que se encarga de automatizar el proceso y predispone a la imitación, siendo responsable de la capacidad para desarrollar esta habilidad. En primates, incluidos nosotros mismos, ya se conocía la existencia de estas peculiares neuronas y su relación con la capacidad de los bebes de imitar a los pocos meses de vida los gestos y sonidos de los padres. La carencia de estas neuronas espejo está vinculada a los casos de autismo en niños y la incapacidad para entender el significado de los gestos que aprenden. Parece ser que hay todo un mundo por explorar es este sentido y algunos científicos comparan la importancia del descubrimiento de estas neuronas con la trascendencia que en su momento supuso descifrar la función del ADN.
Pero dentro de las aves, el hallazgo de estas neuronas ha sido inesperado y quizás con una mayor dimensión de la prevista. En principio tiene su lógica: las aves deben ser capaces de aprender sus propios cantos y diferenciarlos de los de otras especies, en ello se basa su territorialidad, muchos aspectos de su comportamiento (comunicación, señales de huida, alarma, cohesión de grupo, etc..) y en determinados casos pueden depender de los sonidos para lograr su aislamiento genético (como ocurre con el Mosquitero común y el Mosquitero musical, casi idénticos en su plumaje y morfología, pero necesariamente con cantos muy distintos). Algunas especies de aves nos demuestran que sus capacidades para imitar, aprender y “versionear” sonidos son casi ilimitadas, casi tanto como lo que nos queda por descubrir de ellas.

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