viernes, 28 de noviembre de 2008

¿De dónde vienen las Gaviotas sombrías?


Hay veces que el azar consigue que una salida al campo se convierta en una manera más de aprender algo nuevo sobre las especies que fotografiamos. A finales de octubre, en una de mis habituales jornadas en tramo urbano Río Guadiana a su paso por Badajoz, me encontré una Gaviota sombría que portaba un emisor satélite en la espalda, además de una anilla de PVC y otra metálica. La Gaviota se acercó lo suficiente como para fotografiarla desde el hide y poder leer la anilla de PVC, lo que me permitió seguir la pista de este ejemplar. Me sorprendió mucho que una especie tan común como esta fuese objeto de seguimiento por satélite, ya que este método suele ser bastante costoso (más de 5.000 euros por ejemplar) y además imaginaba que quedaban pocas incógnitas sobre sus movimientos migratorios.

Actualmente su taxonomía es un verdadero lío, admitiéndose tres subespecies: L. fuscus fuscus, L. fuscus graellsii y L. fuscus intemedius. Al primera es rara de ver en nuestras latitudes, mientras que la L. f. garellsii integraría el grueso de la población invernante, siendo además la subespecie nidificante en el norte peninsular. Para complicar más el asunto, la subespecie que cría en el Delta del Ebro es L. f. intermedius. Algunos autores elevan estas diferencias al rango de especie.

El anillamiento y el marcaje intensivo con anillas de PVC en las ultimas décadas ha permitido conocer el origen de las Gaviotas sombrías que invernan a la península ibérica, que proceden principalmente de Gran Bretaña, Francia, Holanda, Bélgica, Suecia, Noruega, Finlandia, Irlanda e incluso Islandia, países en los que existen importantes colonias en zonas costeras e islas de los mares Atlántico y Báltico. En su reciente expansión hacia el sur, esta especie conquistó también las costas ibéricas en la década de los 70, existiendo actualmente colonias estables en Galicia (Islas Sisargas y Cíes), Asturias, Cantabria País Vasco y Delta del Ebro, que superan conjuntamente las 500 parejas.


Volviendo al ejemplar de la imagen, una vez que identifiqué el código de la anilla de PVC hice algunas búsquedas en internet y sorprendentemente encontré todos los datos de su origen. Se trata de un ave capturada el año pasado en Vlieland (Holanda), una de las Islas Frisas que rodean la costa de Holanda, auténticos paraísos para las aves. En el proyecto se marcaron 15 aves adultas con PVC y además se les colocó en la espalda un emisor satélite alimentado con energía solar, que durante 3 años aportará información periódica sobre sus desplazamientos. Contacté también con el coordinador del proyecto, que me facilitó un enlace en el que se podían consultar todos los movimientos de cada una de las aves que llevan los emisores. Y aquí es donde empecé a alucinar! El enlace te permite ver directamente en Google Maps todos los registros de las aves sobre el terreno y ampliando el mapa con el zoom es posible ver con todo detalle las zonas nidificación, alimentación y los dormideros.
En el caso de mi Gaviota, cuya anilla era M.AFT, lleva dos años invernando en Extremadura. Su viaje comienza en Holanda y después cruza el Mar del Norte hasta llegar a Gran Bretaña, descansando entre julio y octubre en unas zonas húmedas de interior, en las inmediaciones del rio Aire, cerca de Leeds (a unos 100 km de la costa este). Después sigue rumbo al sur, volando sobre la Bretaña francesa, casi sin escalas, para cruzar de nuevo el Atlántico hasta llegar a las costa de Asturias (Llanes, Gijón) y Cantabria (Santander). Su viaje prosigue internándose tierra adentro, pasando por León y Zamora hasta llegar a Badajoz, donde permanece el resto del invierno. Tanto en 2007 como en lo que llevamos de 2008, su ruta prácticamente ha sido la misma. Como en Extremadura pasan casi 6 meses (desde octubre a marzo), se acumulan las citas con el satélite y ha sido muy interesante conocer su comportamiento dentro de la región. Siempre pensé, equivocadamente, que las Gaviotas conformaban poblaciones invernantes bastante estables y que no hacían grandes desplazamientos dentro de sus territorios. El satélite ha demostrado que esto no es así y que durante el invierno pueden desplazarse hasta otras comarcas de la región, cambiando de comederos y de dormideros a lo largo de las Vegas del Guadiana y adentrándose también hasta embalses ubicados en medio de grandes extensiones de dehesa. Las rutas marcadas por el satélite también confirmaban la rutina habitual de las aves que invernan en las inmediaciones de Badajoz, que se alimentan habitualmente en el basurero (bueno, en el Centro de Transformación de Residuos Sólidos Urbanos) y se desplazan luego a dormir a la cercana localidad de Campomaior, en Portugal, donde un embalse acoge a más de 4.000 gaviotas sombrías. La verdad, ha sido una satisfacción poder conocer todo esto a partir de una simple foto!
El enlace donde podéis ver los desplazamientos de las 15 Gaviotas sombrías con satélite es el siguiente:
http://www.sovon.nl/default.asp?id=408
Tenéis que pinchar en cualquiera de las anillas, justo debajo de la foto de la Gaviota sombría, donde pone “Kleine Mantelmeeuw” (la página está en un holandés impecable, pero los mapas son universales).



Os adelanto que me dio por ver las rutas que habían seguido el resto de Gaviotas marcadas, más que nada por saber si había alguna más en Extremadura y de nuevo me llevé una sorpresa. Pese a ser aves adultas anilladas todas en la misma colonia, el comportamiento migratorio de este grupo de aves no sigue un patrón común. Unas, como M.ATF, llegaron hasta Extremadura atravesando la península, otras se quedaron en las costas de sur y este de Gran Bretaña, otras siguieron la costa atlántica sin adentrarse lo más mínimo al interior, permaneciendo en la Bretaña francesa o en las costas cantábricas. Las hubo que se fueron a las inmediaciones de Madrid, mientras que otras costearon desde Holanda hasta llegar al centro y sur Portugal, o bajaron más hasta alcanzar Ayamonte, Huelva, Cádiz o Málaga. Una incluso cruzó el estrecho y siguió la costa de Marruecos hasta el sur de Rabat. Un comportamiento ciertamente curioso, que demuestra la capacidad de esta especie para buscar alternativas en sus migraciones, explorando diferentes rutas. Quizás su actual éxito radique en aspectos como este. En Extremadura, como en otras regiones de interior peninsular, su presencia en los 70-80 era casi esporádica, pero fue aumentando progresivamente, favorecida por los grandes embalses, los regadíos y la alta disponibilidad de alimento en los basureros. El censo regional de Gaviotas sombrías invernantes debe rozar ya las 30.000 aves.

Y por último, información práctica!. Para descubrir todo esto entré en la página web de EURING, que son los responsables de coordinar todos los anillamientos en Europa (http://www.euring.org), donde mantienen actualizada una interesante sección dedicada a las aves marcadas con anillas de colores (http://www.cr-birding.be/). En ella podéis encontrar una lista con todas las especies de aves que actualmente disponen de algún tipo de seguimiento mediante marcaje con PVC, ordenado por familias (actualmente incluyen un total de 55 familias), donde se pueden consultar las marcas utilizadas y averiguar el origen del ave e incluso contactar con el anillador o el responsable del proyecto. No existe el mismo grado de información todas las especies, pero para algunas disponen prácticamente de todas las posibilidades para llegar a averiguar dónde y quién la anilló o incluso obtener los historiales con todos los avistamientos de un ejemplar concreto. En el caso de las Gaviotas sombrías, se accede cómodamente a la información a partir de los diferentes colores de las anillas (amarillas, rojas, verdes...) y después te van presentando todas las opciones posibles (con letras, con números, con dos, tres o cuatro códigos, anillas sin códigos....), aportando finalmente el lugar de anillamiento, la web del anillador o su correo electrónico.
Para los amigos de las Gaviotas, hay una web española muy interesante que me encontré casualmente mientras recopilaba información para escribir este comentario y que está dedicada sólo a los marcajes de estas especies (incluye además un montón de enlaces!):
http://gaviotasyanillas.blogspot.com/2007_10_21_archive.html

Enlace a esta imagen en Fotonatura

La garcilla viajera


Estamos ya tan acostumbrados a ver las Garcillas bueyeras en nuestros campos, perfectamente adaptadas a los hábitats agrícolas y ganaderos, que cuesta trabajo creer que no llevan tanto tiempo con nosotros...parece que han estado siempre aquí. En realidad se trata de una especie de origen indoafricano, procedente de Asia meridional y el norte y centro de África, regiones donde sus poblaciones alcanzan una extensa distribución. Desde allí se ha ido expandiendo a otras latitudes: primero a Europa y después a America y Australia, estando actualmente presente en todos los continentes a excepción de la Antártida.
El salto a Europa se produjo a través del sur España, donde las poblaciones del norte de África estaban lo suficientemente cerca como para colonizar este nuevo territorio con facilidad. En su primer avance encontraron perfecto acomodo en parajes como las marismas de Doñana o la Laguna de la Janda, en Cádiz (desecada en los años 60, un desastre ambiental sin precedentes!), donde disponían de hábitats muy similares a los africanos. El resto es fácil de imaginar: avanzaron siguiendo la costa atlántica para adentrarse en Portugal, la costa del mediterráneo para colonizar las marismas de Levante y remontaron los ríos Guadiana y Guadalquivir para avanzar hacia tierras del interior peninsular. Desde entonces ha ido ampliando progresivamente su área de distribución y también su población, estableciendo nuevas colonias cada vez más al norte y cruzando ampliamente los Pirineos.
Un ejemplo de su capacidad de expansión lo tenemos en Gran Bretaña, donde la primera llegada de Garcillas a sus costas se produjo hace 200 años (en el condado de Devon, allá por 1805), aunque no fue hasta los años 60 cuando estas observaciones comenzaron a ser más regulares y frecuentes, si bien rara vez se citaban más de 20 aves al año. Pero en la primavera de 2008, después de un invierno en el que numerosas Gracillas llegaron al suroeste del país, se han llevado una gran sorpresa al descubrir la primera pareja que ha nidificado con éxito en el Reino Unido, en Somerset. Este acontecimiento ha despertado gran expectación entre los miles de aficionados a la ornitología en ese país, que celebran tener una nueva especie nidificante en su territorio. De hecho, actualmente esta especie sigue estando dentro de la lista de rarezas. Y no es para menos: desde 1981 sólo han sido nueve las especies consideradas como nuevas reproductoras en este país, entre las que también se encuentran la Grulla común, el Correlimos pectoral, la Garceta común (en 1996) o el Somormujo cuellirojo.

Pero aún más sorprendente ha sido su asombrosa capacidad para cruzar el Atlántico y alcanzar América del Sur, toda una proeza para una especie que no está especialmente dotada para realizar grandes desplazamientos sobre el mar, teniendo en cuenta además que es un viaje con pocas probabilidades de hacer escalas o para parar a reponer fuerzas. Se piensa que para conseguirlo contaron con la ayuda de algún fenómeno meteorológico que facilitó el desplazamiento hasta la otra orilla del Atlántico....pero debió ser un auténtico ciclón! La llegada de las primeras Garcillas se produjo en 1877 a Suriname y Guyana (entre Brasil y Venezuela) y su reproducción se constató a partir de 1930. Fue cuestión de tiempo que comenzasen a expandirse hacia el norte, llegando a Florida en 1941 y en menos de 20 años ya estaban nidificando en Canadá. Hay inexplicables citas de Garcillas bueyeras en medio de mares y océanos, en islas remotas y en los hábitats más extremos, incluso en ambientes polares. La verdad es que nada nos debe sorprender de esta especie tan viajera, para la que han sido confirmados desplazamientos de más de 5.000 km a través de recuperaciones de aves anilladas.
Para que luego digan que es una ave corriente!

Enlace a esta imagen en Fotonatura

Carril lento


Es curioso el comportamiento de los caracoles para adaptarse con éxito a las condiciones ambientales. A lo largo del ciclo anual deben pasar por dos momentos de letargo, uno en invierno para protegerse de las frías temperaturas y de las heladas (hibernación) y otro en verano para evitar los meses de más calor (estivación). Esto les permite estar activos únicamente cuando las condiciones son favorables (suficiente humedad, temperatura óptima y disponibilidad de alimento), coincidiendo principalmente con la primavera y el otoño.
Los ejemplares de la imagen se encuentran en estado de estivación, momento en el que segregan un tapón o epifragma mucoso o calcáreo que sella el interior de concha y que los aísla por completo de los calores del verano. Este período puede durar hasta 4 meses, pero puede acortarse o no producirse si el estiaje no es muy acusado. Mientras dura la estivación reducen al mínimo su metabolismo y pueden utilizar las reservas de glucógeno que almacenan en el hepatopáncreas. Además, estos períodos de latencia parecen desempeñar una importante función en el desarrollo de los órganos sexuales y de las funciones reproductoras.

En el caso de esta especie, durante la estivación forman grandes agregaciones de ejemplares, concentrándose en gran número sobre los tallos de determinadas plantas, en busca de situaciones microclimáticas más favorables y también para evitar los predadores del suelo. Puesto que es una especie comestible, este comportamiento le cuesta caro, ya que facilita su recolección por parte del hombre. No le ha dado tiempo a evolucionar en ese sentido......
Algunas especies muestran un cierto comportamiento territorial denominado “homing”, de tal modo que después de la actividad diaria vuelven al mismo lugar a pasar la noche, o lo que es aún más llamativo, cuando se dispersan tras la hibernación o la estivación, retornan de nuevo al mismo lugar de partida, a la misma roca o al mismo tallo donde permanecieron varios meses “dormidos”. Es un hecho que me ha sorprendido bastante, ya que delata una extraordinaria capacidad para reconocer los elementos que integran territorio en el que viven, algo que me parecía impensable en estos invertebrados (aunque bien pensado, con lo despacio que se desplazan y con sus ojos situados en los extremos de los tentáculos.....deben ser unos increíbles exploradores y cartógrafos!). Estas habilidades para conocer el territorio están basadas en el olfato y el quimotactismo, aunque también debe concederse una cierta importancia a su capacidad de aprendizaje.
Lo más curioso es que estos caracoles se encontraban en una zona de pequeñas dunas, justo al borde del mar, en un hábitat que supuestamente no les resultaría muy favorable (extrema aridez, escasa vegetación, suelos arenosos, alta desecación por la concentración de sales y por los constantes vientos), pero donde eran asombrosamente abundantes. Seguramente su obligada dependendecia de las sales para la fabricación de las conchas sea un factor que les anime a adentrarse sin miedo en los hábitats costeros.
Creo que se trata de Cernuella virgata, pero si alguien lo puede confirmar, lo agradecería.

Enlace a esta imagen en Fotonatura

A Pallas, el descubridor del Correlimos tridáctilo


Detrás de cada especie conocida siempre está su descubridor, alguien que ostenta el mérito de haberlo descrito por primera vez y que consiguió diferenciarlo taxonómicamente de las demás especies. Una labor impresionante, seguramente más complicada de lo que jamás podamos imaginar, especialmente si tenemos en cuenta que el mayor esfuerzo en la ordenación taxonómica de las especies comenzó a partir del siglo XVIII. En aquel entonces no había los medios que tenemos ahora, ni prismáticos Leica, ni pruebas de ADN, ni era posible acceder a grandes fondos bibliográficos de consulta, ni contrastar las dudas con otros colegas a través de correo electrónico. En muchos casos los especímenes que se colectaban no podían ser ni conservados, por lo que era de gran utilidad saber dibujar para quedar constancia de lo que se veía. Los científicos de aquella época eran verdaderos genios, sabios en muchas disciplinas, hombres de Ciencia y también campo, que no dudaban en embarcarse en expediciones de varios meses de duración privados de todo tipo de comodidades.
Uno de estos grandes investigadores fue Peter Simon Pallas (1741-1811), zoólogo y botánico alemán al que debemos el descubrimiento del Correlimos tridáctilo, y es por eso que siempre veremos su nombre científico escrito del siguiente modo: Calidis alba (Pallas, 1764), haciendo referencia a su descubridor y al año de descripción de la especie. No he conseguido averiguar si fue Pallas el que incluyó a esta especie dentro del género Calidris, ya que a lo largo de la historia este Correlimos también fue denominado Crocethia alba y Erolia alba. No obstante, ni con mucho fue esta su mayor aportación a la Ciencia.

Para que os hagáis una idea de las capacidades intelectuales de este científico, Pallas logró el doctorado con 19 años de edad (justo cuando los demás empiezan la Universidad) y a los 22 años ya había realizado varias publicaciones en las que describía varias especies nuevas para la Ciencia. Desarrolló su actividad científica principalmente en la Academia de Ciencias de San Petersburgo y su amistad con la zarina Catalina II de Rusia fue determinante en su carrera profesional, encomendándole la responsabilidad dirigir varias expediciones al interior de Rusia (incluyendo Siberia, los Urales, Mar Caspio, Mar Negro y Lago Baikal), prácticamente inexplorada en aquellos tiempos, con la intención de aportar nuevos conocimientos sobre astronomía, geología e historia natural, pero también sobre las razas humanas, sus lenguas, etnografía, religiones, tradiciones, etc. En este sentido, Pallas fue el primero en dar a conocer en occidente el Lamaísmo (religión derivada del Budismo que imperaba en el Tíbet y áreas colindantes), además de publicar una extensa monografía sobre el la vida de los Mongoles y ser un ferviente divulgador de los dialectos mongoles y caucásicos. En resumen, un prohombre con una grandiosa capacidad para descubrir, interpretar y ahondar el conocimiento de cualquier disciplina.
Centrándonos en sus hallazgos dentro de la historia natural, logró describir muchas especies de animales y plantas, incluyendo invertebrados de todo tipo, así como mamíferos (principalmente roedores), anfibios, reptiles o peces. Fue un gran estudioso de las aves y algunas llevan actualmente su nombre en reconocimiento su descubridor, como el Gato de Pallas (Otocolobus manul), Mosquitero de Pallas (Phylloscopus proregulus), Ganga de Pallas (Syrrhaptes paradoxus), Escribano de Pallas (Emberiza pallasi) o la Buscarla de Pallas (Locustella certhiola). También le debemos el descubrimiento de la Beluga o ballena blanca (Delphinapterus leucas) que habita en las aguas árticas. La trascendencia de sus investigaciones sobre los mamuts y rinocerontes extintos que quedaron fosilizados en los hielos del norte de Siberia le reportaron también mucha fama y a partir de ellos fue capaz de interpretar el origen y evolución de las formaciones montañosas. Quedaría incompleto este repaso por su obra sin citar sus aportaciones a la flora (como “Flora Rossica”, el primer gran inventario de la vegetación de Rusia) o incluso a la mineralogía (hay un mineral compuesto de níquel, hierro y olivino que lleva su nombre, la Pallasita, que suena un poco raro, y que procede de meteoritos caídos en nuestro planeta).

Descubrí casualmente la biografía y los logros de este eminente científico después de ver una foto en la galería de nuestro compañero Mario Suárez Porras, que me despertó la curiosidad y quise averiguar por qué razón al Correlimos tridáctilo la bautizaron como Calidris alba. Con esta denominación se le otorgaba una gran importancia descriptiva a su plumaje blanco, que en realidad es una característica temporal que muestra sólo en invierno, puesto que en verano su colorido es bastante más vistoso, luciendo tonos ocres y pardos. Y en parte tendría su lógica, pues en las zonas donde Pallas o sus colegas pudieron ver este ave serían áreas de paso o invernada, donde la mayoría de los ejemplares lucirían su plumaje blanco y gris tan característico, merecedor del apelativo “alba”….. mientras que sería en sus zonas de cría en áreas árticas y circumpolares (Islandia, Groenlandia, Islas Spizbergen) donde exhibiría su plumaje más colorido...... y lo de “alba” le pegaría menos.

Me encanta fantasear e imaginarme al amigo Pallas, escribiendo sin parar sus notas de campo y dibujando a plumilla todas las especies encontradas en cada dura jornada de campo, a la luz de candiles, a no sé cuantos grados bajo cero en tierras siberianas, lleno de satisfacción por cada descubrimiento. También pienso a lo que se dedican ahora muchos Doctores, con todos los medios y recursos a su disposición.

Enlace a esta imagen en Fotonatura

Un horizonte imposible


Durante mis vacaciones he podido hacer muchas fotos a las aves de las marismas, un hábitat que para un fotógrafo de tierra adentro y de agua dulce, es una experiencia apasionante. Sin duda, los Chorlitejos grandes han sido las aves más colaboradoras con la causa y las que más se han dejado fotografiar en todo momento, y les daba lo mismo que se me viese media pierna por debajo de la red de camuflaje o que estornudase sonoramente cuando los tenía a pocos metros de distancia, que ellos no se asustaban de nada. Conseguí un montón de primeros planos, escenas capturando lombrices, aterrizajes, despegues, estiramientos, baños y acicalamientos. Después de verlas todas, una de las que más me ha gustado ha sido ésta, en la que el Chorlitejo está de espaldas y el fondo adquiere tanto protagonismo como el personaje.
Al vaciarse la marisma permanecía una pequeña laguna de poco más de 25 m de largo y 8 m de ancho, donde terminaban concentrándose todas las aves. Podías hacer fotos con la arena (limo o barro) tras las aves, aunque resultaba muy complicado desenfocar ese fondo ya que no había distancia suficiente y porque no pude colocar la cámara a ras de suelo como me hubiese gustado (el barrizal de la marisma lo complica mucho y también el efecto de las mareas, que te obligarían a tumbarte en inicialmente en el agua para poder quedar en medio del barro cuando bajase el nivel). Así que los fondos más bonitos se conseguían aprovechando el agua de esta pequeña laguna. A lo largo de su perímetro el fondo cambiaba en función de la posición de sol y de la vegetación que se reflejaba sobre el agua, ofreciendo múltiples posibilidades. También había que estar muy pendientes de los momentos en los que soplaba algo de viento, ya que se producían curiosas formas sobre la superficie del agua que cambiaban por completo los resultados de las imágenes.
Como cabría esperar, el tramo de la laguna que cumplía mejor estas condiciones se encontraba en un extremo de ésta, en una franja de poco más de 2 metros (y no en frente, como sería lo deseable) obligándote a girar la cámara a tope y también el ya maltrecho cuello del fotógrafo. Claro, lo fácil hubiese cambiar la posición de la silla, pero se encontraba casi dos cuartas hundida en el barro y era imposible moverla!. No obstante, el excesivo estiramiento y torsión de las vértebras cervicales necesarios para conseguir fotografiar al ave, especialmente cuando no has hecho previamente ejercicios de calentamiento, provoca que se disloquen. Llegado este momento (que se reconoce fácilmente al escucharse ese típico sonido a hueso tronchado.... y por el terrorífico gemido de dolor del afectado, que nunca suele ser muy audible para no espantar a las aves.... ¡qué estamos a lo que estamos!), la cabeza gira libremente, bueno, digamos que sin control, como si fuese la de una marioneta, facilitando mucho las posibilidades de movimiento y permitiendo hacer fotos desde cualquier ángulo, por obtuso o agudo que sea. Eso sí, una vez en casa uno debe aplicarse en el cuello Reflex a granel sin compasión y si la cabeza sigue sin sostenerse adecuadamente sobre los hombros, conviene acercarse a Urgencias antes de que se convierta en un padecimiento crónico.
Bromas a parte, la conclusión a la que llegué después de estas jornadas es que siempre merece la pena esforzarse en buscar fondos adecuados que nos permitan conseguir composiciones diferentes. Y en esto es crucial estar bien colocados, valorando la distancia al fondo, las posibilidades cromáticas, los reflejos o como van a ir cambiando las condiciones mientras dure la sesión (por ejemplo, desde que amanece hasta que el sol esta en lo alto, vamos a tener un montón de situaciones diferentes). Además se pueden presentar buenas oportunidades para primeros planos, pero no son siempre la mejor o la única opción.
Después de hacer muchas fotos esa mañana, me centré en esperar a que la aves atravesasen ese tramo de 2 m en los que los reflejos sobre el agua eran más atractivos y me olvidé de el resto de posibilidades.

Enlace a esta imagen en Fotonatura

El Archibebe pescador


El Archibebe claro (Tringa nebularia) es una de las especies que podemos ver ahora con relativa facilidad durante el paso migratorio y en algunas áreas también puede permanecer como invernante. Es fácilmente identificable por su plumaje grisáceo, muy blanco por abajo, patas verdosas, muy largas y delgadas, y en vuelo muestra una distintiva cuña blanca que se extiende desde la cola hasta casi la nuca. Otro rasgo inconfundible es su pico, que está visiblemente curvado hacia arriba, siendo muy pocos los limícolas con esta característica (es más frecuente el pico curvado hacia abjo).
Pero hay una peculiaridad que lo hace distinto al resto de Archibebes y a la mayoría de los limícolas: su habilidad para pescar. Podemos verlo comportándose como sus congéneres, recorriendo ágilmente las orillas introduciendo insistentemente el pico en la arena o el barro en busca de invertebrados, pero cuando se dan las condiciones apropiadas, desarrolla un comportamiento muy especializado que evidencia su habilidad para la captura de peces. Cuando encuentra zonas de aguas someras, donde le resulta más fácil pescar, comienza a correr velozmente mientras mantiene el pico abierto y parcialmente sumergido en el agua, con el cuello completamente estirado, cambiando varias veces de dirección e incluso girando sobre sí mismo describiendo círculos. De este modo tan hábil consigue atrapar los peces, recordando mucho a los movimientos de una Espátula o de una Avoceta. Se me ocurre que quizás ese pico curvado hacia arriba tenga que ver con su capacidad para pescar...quién sabe..., pero desde luego no ha evolucionado hasta tener esa forma por motivos estéticos!

Este comportamiento es sin duda es un rasgo muy útil y fiable para su identificación en el campo y siempre que observemos un esbelto limícola de plumaje grisáceo corriendo velozmente por el agua, hay muchas posibilidades de que se trate del Archibebe claro.

La imagen está tomada en las marismas de Isla Cristina (Huelva), donde observé durante dos días consecutivos a este Archibebe en el mismo lugar y con el mismo comportamiento y finalmente me decidí a hacerle un aguardo. Aparecía siempre cuando la marea empezaba a bajar, justo en el borde de la marisma, en un lugar donde en menos de 1 hora la lámina de agua desaparecía para convertirse en un mar de limo. Mientras se iba vaciando se mantenía un pequeño charco de escasa profundidad en el que se acumulaban centenares de pequeños peces. Cuando se disponía a pescar, el Archibebe se situaba en la zona más profunda del charco, empezando a correr con el pico abierto y semisumergido en dirección a las orillas, reduciendo así las posibilidades de huida de los peces. Era muy curioso verlo! A medida que avanzaba con su pico, el agua parecía “hervir” a su paso debido al intenso movimiento de los peces intentando escapar. En la imagen se aprecia este efecto alrededor del ave.

Enlace a esta imagen en Fotonatura

B 19754


La técnica del “neoprening”, que describí detalladamente en la imagen anterior de mi galería, me ha dado una nueva sorpresa. La aproximación que consigues es una de sus principales ventajas, ya que meterte dentro de un hide en medio del agua te permite estar muy cerca de las aves. Tanto es así que al utilizar siempre la focal fija de 600mm para estas situaciones, en muchos casos no puedes hacer fotos por estar las aves a menos de 6m (que es la distancia mínima de enfoque) y entonces te tienes que dedicar a observarlas, que también es todo un placer. Eso fue lo que me pasó los días que fui a hacer las fotos que habéis visto del Calamón y el joven de Polla de agua.
En la última sesión, los pollos de los Calamones se quedaron a 20 cm del hide, y para entretenerme les sacaba el dedo por los huecos de la malla de camuflaje y se quedaban embobados mirándolo, parecían quedarse con ganas de arrearme un picotazo (menos mal que no lo hicieron!). En un momento dado, se acercaron también los adultos y se pusieron a cortar eneas con el pico para cebar a los pollos. Les puede haber hecho fotos con un gran angular y habrían sido tremendas! Pero cuál fue mi sorpresa cuando me fijé en que uno de los adultos, que estaba a menos de medio metro, llevaba una anilla en su pata!!!! Pude leer la numeración a simple vista…..pero tal y como me encontraba, con el agua casi a cuello, no llevaba nada para apuntar, así que esperé a que se alejase un poco y logré fotografiar la anilla…..!!!!B 19754!!!!
Comuniqué el hallazgo a la Oficina de Especies Migratorias del Ministerio de Medio Ambiente, facilitándome los datos de anillamiento y a partir de ahí me ha sido posible reconstruir una parte de la vida de este ejemplar.
El Calamón fue encontrado en febrero de 2006 por la Guardia Civil (en ningún caso se considera detención o arresto, ya que no había cargos en su contra) en el extremo este de los regadíos de las Vegas del Guadiana, entre las localidades de Obando (Badajoz) y Cañamero (Cáceres), en un estado muy débil y sin ningún daño aparente. Fue trasladado al Centro de Recuperación de Fauna “Los Hornos”, en Sierra de Fuentes (Cáceres), gestionado por la Junta de Extremadura, donde permaneció durante dos meses. Los cuidados que allí le dispensaron permitieron que se recuperara con gran rapidez y en marzo fue liberado con la anilla que ahora lleva en su pata. El lugar elegido para reintroducirlo fue la charca de La Zafra, aguas abajo del Embalse de Valdesalor (12 km al sur de Cáceres), donde existía un hábitat favorable para la especie. El caso es que no le debió gustar mucho sitio o se sentiría un poco solo sin sus congéneres y, dos años después, se desplazó casi 50 km al sur y terminó instalándose como reproductor en el Río Aljucén, en las inmediaciones de Mérida (donde conseguí esta imagen). Perfectamente reestablecido, este año ha criado tres hermosos pollos.
M hice ilusiones pensando que el Calamón podría haber sido anillado en Doñana, en los Aiguamolls, en el Delta de Ebro o algún otro sitio exótico, pero al final era una recuperación regional, lo que menos me esperaba. No obstante tiene su interés. Por una parte confirma la importante labor que desempeñan los Centros de Recuperación de Fauna, a veces muy cuestionados, que en este caso han demostrado su eficacia y necesidad. Y por otro, aporta un poco más de luz en el conocimiento de esta especie en la región, ya que siempre se ha pensado que el único núcleo reproductor era el existente en el Embalse de Arrocampo (en Almaraz, Cáceres) y las citas recopiladas en los últimos años en los ríos Ajucén y Guadiana a su paso por Mérida confirman que posiblemente tenga una distribución mayor que no ha sido detectada. De hecho, el lugar donde fue encontrado en las Vegas del Guadiana se encuentra a más de 75 km de los lugares de cría conocidos, lo que hace sospechar que los cursos fluviales que atraviesan estos regadíos pueden ser un hábitat potencial de cría y seguramente de dispersión, lugares que merecerá la pena prospectar en su busca en los momentos adecuados. Aunque los arroyos y desagües suelen tener cauces muy estrechos, siempre están densamente cubiertos de eneas. Si convertimos en hectáreas la superficie que ocupan (multiplicando la anchura del cauce por su longitud), estaríamos hablando en realidad de un hábitat muy extenso, un enorme humedal, cuya importancia pasa desapercibida por su carácter lineal. En los últimos años, estos arroyos completamente rodeados de la agricultura intensiva más radical, han aportado citas de interés como la nidificación de la Buscarla unicolor o el paso migratorio del Carricerín cejudo, entre otras, conseguidas gracias al esfuerzo de anilladores que se han preocupado de muestrear estos lugares tan duros de trabajar (fango, mosquitos, siempre con agua hasta el pecho, ni una sombra…..) en vez de hacerlo en cómodas y sombreadas riberas.

Enlace a esta imagen en Fotonatura

A ras de los nenúfares


Siempre me dejado han impresionado las imágenes que se han subido en la web utilizando las técnicas del “hidrohide” y del “tumbing”, todas ellas con un atractivo muy especial y diferentes al resto. Al colocarnos a ras de agua o a ras de suelo cambiamos la perspectiva habitual de nuestras fotografías y se evita en mayor o menor medida el picado que suelen tener las tomas, ya que nos situamos completamente en paralelo y a la misma altura que el sujeto a fotografiar.
El hidrohide, al introducirse flotando en el hábitat acuático y estar perfectamente camuflado, sorprendentemente pasa desapercibido para las aves, quizás porque no se imaginan que ese sospechoso artefacto pueda suponer una amenaza para ellas. Esta isla flotante tiene además la ventaja de que se puede dirigir hacia donde se encuentran las aves. Las distintas modalidades de “tumbing” (dícese de hacer fotos tumbado literalmente en el suelo, sobre una colchoneta o similar y cubierto por las mallas) también hacen que el fotógrafo se integre mejor en el entorno, logrando que desaparezcan las formas verticales que lo delatan y ayudando a mejorar su ocultación. Por tanto, en ambos casos las ventajas son dobles: perspectivas más atractivas y mejores posibilidades de aproximación a las aves.
Después de mi primer encuentro con el Calamón he utilizado una técnica que no sé muy bien como denominarla, pero sería algo así como “neoprening”, por seguir con los términos anglosajones....que riman con todo....pero que también podríamos llamar “escondío en medio el agua”, que suena más ibérico. Consiste en introducirte en el agua hasta encontrar un lugar donde colocar el trípode y desde donde poder fotografiar lo que deseamos. El trípode quedaría casi completamente sumergido en el agua, como mucho hasta unos 20 cm de la rótula, hasta conseguir el efecto “a ras de agua”. Una vez colocado el trípode habría que montar a su alrededor una estructura de cañas formando un rectángulo o un cubo para sostener las mallas de camuflaje. En la modalidad más simple constaría de 4 cañas clavadas en el fondo del agua, una en cada esquina, y unidas en la parte superior por otras cañas a modo de travesaños, para darle más consistencia y evitar no se nos venga encima la malla y nos moleste al manipular la cámara. La parte visible de la estructura no debería superar 1 m sobre el nivel del agua. Una vez hecho esto, el fotógrafo tendría que vestirse con un vadeador de neopreno (de esos que usan los pescadores, que son como unas botas katiuscas que llegan casi hasta el pecho) o un traje de neopreno como los que llevan los surfistas, imprescindibles para pasar cómodamente varias horas en el agua y no terminar “agarbanzado”. Así vestidos, sólo quedaría introducirnos dentro del hide y taparnos bien con las mallas, habiendo previsto con anterioridad un asiento con la suficiente altura como para llegar bien a la cámara. En algunos casos se podría estar de rodillas (en aguas poco profundas) o incluso de píe, pero por experiencia propia no os lo recomiendo, especialmente si la sesión va a durar varias horas (la última vez que lo hice se me rompió la silla y terminé con unas agujetas terribles!).
Lo suyo es colocarse en aguas relativamente someras (poco más de 1 m de profundidad), metido al borde de la vegetación, justo donde conseguimos tener visibilidad sobre la lámina de agua y no nos molestan ramas, eneas o cualquier otro elemento.
Es importante tener cuidado a la hora de transportar la cámara y el teleobjetivo hasta el trípode y fijar el conjunto con mucho cuidado, asegurando que quede todo muy estable. Una vez dentro, hay que procurar que nos quede espacio para poder mover bien los brazos, ya que estarán en contacto más de una vez con el agua y debemos evitar mojar la cámara.
Aunque puede parecer muy arriesgado, es como estar sentado en una silla en medio del agua y con la parte que asoma (el pecho, la cabeza y la cámara) cubierta por una malla de camuflaje. Así de simple. Son de gran ayuda las bolsas estancas para guardar el duplicador, los anillos de extensión o los filtros que queramos tener a mano, pero hay que manipularlos con mucho cuidado una vez que se sacan de la bolsa...!qué estamos a ras de agua!.
Esta técnica puede resultar interesante cuando una densa orla de vegetación nos impide fotografiar las aves desde la orilla (de eneas, por ejemplo) o para adentrarnos en zonas no accesibles desde la orilla. También cuando con ello mejoramos la perspectiva “rasante” con respecto a la orilla. Lógicamente, siempre es preferible trabajar desde tierra firme, aunque sea tumbados, antes que arriesgar el equipo en el agua. Como se trabaja desde una posición fija, el “neoprening” es más eficaz cuando tenemos localizado un posadero o una zona de querencia de alguna especie.
En el caso de esta imagen, la orilla presentaba una franja muy densa de eneas que no permitían llegar hasta la zona donde la lámina de agua se cubría con una preciosa alfombra de nenúfares blancos y amarillos, donde habitualmente cruzaban calamones, pollas de agua, martinetes, avetrorillos o garcillas cangrejeras . Abrí un estrecho pasillo de unos 10 m hasta llegar justo donde terminaban las eneas y empezaban los nenúfares, permitiéndome tener una gran visibilidad sobre río.
Pasé una divertida mañana fotografiando varias especies, pero fue especialmente entretenido perseguir a los jovenzuelos de Polla de Agua mientras corrían sobre las hojas de los nenúfares, que se llevaron gran parte de las tarjetas.
Un saludo a todos y espero que os sea de utilidad el “neoprening”!!!!

Enlace a esta imagen en Fotonatura

El Calamón y las lavadoras


En Extremadura el Calamón únicamente estaba citado como reproductor en el Embalse de Arrocampo (Cáceres), famoso por servir para refrigerar los reactores de la Central Nuclear de Almaraz, y donde se mantiene desde hace años una importante población que supera las 50 parejas. Fuera de este enclave los avistamientos solían ser ocasionales en la región y siempre fuera del período reproductor, generalmente de aves asociadas a los humedales y cultivos de las vegas del Guadiana o en el propio río. Pero el año pasado saltó la sorpresa y se confirmó por primera vez su reproducción en la provincia de Badajoz, observándose una pareja con pollos en el Río Aljucén, justo en su desembocadura en el Río Guadiana aguas abajo de Mérida.
Este año he tenido la oportunidad de ver y fotografiar a dos parejas de Calamones en este lugar, una de ellas con pollos volanderos y otra con pollos de pocos días. Nuestro compañero José Mª Benítez tiene controlada al menos otra pareja más en el tramo urbano del Guadiana a su paso por Mérida, también con pollos.

Es más que posible que el Calamón esté extendiendo su área de distribución en la región, tendencia ya observada en otras zonas peninsulares, aprovechando la disponibilidad de un hábitat favorable para nidificar y alimentarse, constituido especialmente por las grandes masas de eneas y carrizos. La escasa visibilidad que ofrece este tipo de vegetación por su densa cobertura y los discretos hábitos del Calamón, seguramente han debido condicionar que aún no haya sido detectado en algunos lugares potencialmente favorables.....así que habrá que estar atentos!

Se conoce popularmente como eneas o espadañas a las especies del género Typha (T. dominguensis, T. latifolia y T. angustifolia), cuya presencia es cada vez más dominante en nuestros ríos y en casi en cualquier zona húmeda. Esta creciente abundancia, al igual que otras muchas cosas en nuestro entrono, no es fruto del azar y tiene su justificación.
Hace unos años, me impactó algo que escuché en una charla en la que dos grandes botánicos extremeños (José Luis Pérez Chiscano y Miguel Ladero) hablaban de los valores naturales que se perderían con la construcción de la presa de Alqueva (Portugal), el más duro golpe asestado al Guadiana en los tiempos recientes. Recordaban que cuando ellos eran jóvenes, hace más de medio siglo de esto, las eneas eran plantas relativamente escasas en Extremadura (y supongo que en otras regiones ocurriría algo similar), con una distribución puntual asociada prácticamente a lagunas y aguas estancadas, pero rara vez presentes en los ríos. Ambos explicaban que la proliferación de estas especies estaba asociada a la llegada de las lavadoras a nuestra vida cotidiana y al uso generalizado de detergentes......, todo ello en detrimento de la tradicional pila y la pastilla de jabón. (“Hasta que la primera lavadora no llegó a mi pueblo....no vi yo una enea en el arroyo!”, decía Ladero). Los componentes del jabón eran fácilmente biodegradables, mientras que los nuevos detergentes sintéticos, que incluyen en su formulación los terribles polifosfatos de sodio, constituyen un agente contaminante de primer orden. Llevamos décadas vertiendo sin cesar a nuestros ríos toneladas de agua cargadas con fosfatos procedentes de los lavados domésticos e industriales, que han favorecido la proliferación de las diferentes especies de eneas, todas ellas con una gran capacidad para retener fosfatos, nitratos y metales pesados. De hecho, existen numerosas experiencias sobre la utilización de estas plantas para depuración de aguas contaminadas y para eliminar metales pasados. Este grave problema ambiental está obligando a los fabricantes de detergentes a eliminar los fosfatos de su composición y lograr formulas que sean rápidamente biodegradables.
Por otra parte, la moderna agricultura intensiva introdujo el uso indiscriminado de los fertilizantes nitrogenados, cuyo exceso termina siempre de un modo u otro en los ríos, creando el caldo de cultivo adecuado para que proliferen las extensas orlas de eneas en las riveras y en todas las redes de conducción de agua asociadas a los regadíos (canales, desagües, charcas), así como otras plantas nitrófilas.
Por tanto, la presencia masiva de las eneas es un hecho relativamente reciente y propiciado por la contaminación que el hombre genera con sus vertidos en los cursos fluviales. Para comprobar este hecho basta con que busquemos fotos antiguas de nuestros ríos (con que sean anteriores al los años 50 o 40 es suficiente) y veremos que las orillas estaban limpias de eneas y las especies dominantes eran fresnos, sauces adelfas, etc., un paisaje radicalmente diferente al que ahora conocemos.
El caso es que la proliferación de las eneas ha permitido que numerosas especies hayan encontrado ahora un excelente hábitat para instalarse, aumentando con ello la diversidad y riqueza en los cursos fluviales y los humedales. Al igual que el Calamón, otras aves como el Avetoro, el Avetorillo, el Rascón, el Aguilucho lagunero, los Carriceros y Carricerines, las Polluelas, la Buscarla unicolor, el Pájaro moscón o el Bigotudo, entre otros, difícilmente estarían presentes sin el cobijo de las densas coberturas de eneas y carrizos.
Visto de este modo.....!todo se vuelve relativo! ¿ Acaso la contaminación puede favorecer a las especies amenazadas?

Enlace a esta imagen en Fotonatura

¿Expansión o recolonización?


La primera vez que tengo constancia de haber visto un Gorrión moruno fue en el año 82, cuando tenía 16 años, y me alegró tanto el descubrimiento que le hice hasta un dibujo en mi libreta de campo. Recuerdo que pude observar varias parejas que anidaban entre los palos de un enorme nido de Cigüeña blanca en una caseta de la luz cercana a río Zújar. En aquella época, hace más de dos décadas, era una ave relativamente escasa y puntual, cuya observación merecía ser registrada. Actualmente, la expansión del Gorrión moruno está más que confirmada a lo largo y ancho de la península ibérica, habiendo ampliando su distribución desde sus colonias en los valles del Tajo y del Guadiana hacia muchas provincias al norte de Sistema Central.
Extremadura es sin duda su principal núcleo de población, estimándose en más de 300.000 parejas y con citas de espectaculares colonias con más de 30.000 aves. Además de las colonias, en invierno se producen impresionantes concentraciones en los regadíos, con dormideros comunales que congregan a varios millares de aves.
Resulta curioso que en sólo unas pocas décadas esta especie haya podido multiplicar su población de manera tan notable, como si hubiese permanecido latente esperando la llegada de determinadas condiciones favorables. Aunque los regadíos no se instauraron hasta principios de los 60 en las vegas del Guadiana, fue algunos años después cuando el arroz y el maíz se convirtieron en los cultivos más representativos, siendo precisamente dos de los recursos tróficos más importantes para los gorriones durante el invierno. La entrada de España en la Unión Europa (1986), la inmediata aplicación de la Política Agraria Comunitaria (PAC) y las subvenciones a determinados cultivos, hicieron posible que se incrementasen las superficies de cereales de secano y de girasol, ambos también cruciales en su dieta. En el caso de girasol, en los que los beneficios de la subvención superaban incluso a los obtenidos por la cosecha de la producción, ocasionó durante varias campañas una superabundancia de alimento, quedando los cultivos sin cosechar al libre aprovechamiento de las aves. Todos estos factores debieron actuar conjuntamente (aumento de los cultivos de maíz y arroz en los regadíos, intensificación de los cultivos en los terrenos de secano y ausencia de períodos críticos por la escasez de alimento), favoreciendo la tasa de reproducción y la supervivencia de jóvenes y adultos gracias a una perfecta adaptación a los ciclos agrícolas y a los recursos disponibles.
Por otra parte es una especie con una gran capacidad adaptativa, tanto, que resulta curioso que haya tardado siglos en dar este gran salto demográfico. Sus típicas colonias en árboles pueden ubicarse también en arbustos de porte medio o incluso en zarzales cuando encuentran condiciones óptimas en el entorno. En los pastizales de La Serena y zonas similares, donde la escasez de árboles es muy acusada, han logrado adentrarse en estos hábitats instalando sus colonias en bosquetes de adelfas y acebuches (las únicas especies leñosas disponibles), pudiendo así aprovechar las herbáceas, los cultivos y también la elevada disponibilidad de langostas (son plagas crónicas en estos lugares) para alimentar con proteínas a sus pollos.
Estas grandes poblaciones también han tenido consecuencias negativas, constatándose cuantiosos daños en determinados cultivos agrícolas, principalmente los cereales de secano y girasol y en menor medida en frutales y arroz. En el caso de Extremadura, al estar incluido en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas, debían indemnizarse los daños causados, por lo que hubo que excluirlo de dicho Catálogo para poder controlar sus poblaciones y evitar conflictos con los agricultores.
Como contrapartida, su abundancia ha convertido a este gorrión en una elemento clave dentro de la dieta de numerosas especies, como pequeñas y medianas rapaces (cernícalos, elanios, aguiluchos, gavilanes, etc.), cumpliendo una importante función ecológica en la estabilidad de los hábitats agrícolas.
La expansión y sus causas parecen estar suficientemente claras. Pero, en realidad, posiblemente nos encontremos ante un proceso de recolonización, ya que los expertos aseguran que siglos atrás debió ser una especie mucho más abundante y ampliamente distribuida en la península ibérica. Su declive fue provocado por la llegada masiva del Gorrión común asociada a los grandes desplazamientos humanos desde el norte hacia el sur ocurridos hace 3.500 años. El Gorrión común se asentó en los medios urbanos y rurales creados por el hombre, dominando por su mayor capacidad de adaptación y productividad, generando una situación de competencia que hizo que las poblaciones de Gorrión moruno disminuyesen y rarificasen. Por tanto, podríamos estar hablando de “la revancha del Gorrión moruno”, que sin duda también ha sabido aprovechar en el momento justo las cambiantes condiciones que el hombre provoca sobre los hábitats.

Enlace a esta imagen en Fotonatura

La gran imitadora


La Calandria es sin duda una de nuestras aves canoras más espectaculares, y aunque puede ser superada por otras en su capacidad melódica, destaca sobre el resto por su facilidad para imitar el canto de otras aves. Es capaz de reproducir con gran precisión fragmentos de la mayor parte de las especies de su entorno, incorporándolos a su canto habitual o emitiéndolos separadamente. Tuve la suerte de lidiar con ellas hace años cuando realizaba censos de aves en los pastizales de “La Serena” y pude comprobar su amplio repertorio, que incluía notas de Cogujada común, Cogujada montesina, Triguero, Buitrón, Tarabilla común, Golondrina común, Pardillo, Jilguero, Alcaudón real o incluso algunos sonidos de Mochuelo y Alcaraván. Suelen ser más imitadoras durante período reproductor, posiblemente para exhibir ante las hembras sus capacidades, pero en plena primavera puedes escucharlas entonar fragmentos del canto del Bisbita común, Alondra, Lavandera blanca o incluso sonidos de las Avefrías, que han aprendido durante el invierno....desconcertando por completo a quién escucha su canto. (!!!¿Qué hace un Bisbita por aquí en pleno mes de mayo?!!!!)
Esta habilidad para entonar melodías hizo que en otros tiempos fuesen aves muy cotizadas y eran capturadas para mantenerlas en jaulas como aves de canto. Tengo aún el recuerdo de niño, cuando ni siquiera tenía un especial interés por las aves, de llegar a la entrada del Mercado de Abastos de Salamanca y ver las jaulas colocadas en alto con las Calandrias soleándose y cantando desenfrenadamente desde su interior, mientras esperaban a que alguien las comprase. Su potente canto y la variedad sonidos que emitían, me dejaron ensimismado!!. El espectáculo sonoro que nos ofrecen estas aves todas las primaveras es admirable, y cuando tengo la oportunidad, me siento a disfrutar escuchando a los grupos de machos marcando su territorio en vuelo y emitiendo sin cesar su canto, como un gran orfeón coral.
Algunas aves utilizan esta habilidad con otros fines diferentes a los del cortejo, como es el caso de los Alcaudones, que imitan los cantos de otras aves para atraerlas e intentar capturarlas con más facilidad. En otros casos bien parece que lo hacen por pura diversión (como los estorninos, capaces de reproducir sonidos urbanos como sirenas, semáforos para ciegos, frenazos o cláxones), quizás para adquirir más destreza o ensayar, como haría cualquier músico. Me ha llamado mucho la atención un estudio reciente realizado en Alemania, en el que los ornitólogos han descubierto que algunas aves urbanas (Grajillas, Arrendajos y Estorninos pintos) han aprendido a imitar el sonido de los teléfonos móviles (la banda sonora de este siglo!!!), evolucionando su canto a medida que se han adaptado a convivir con el hombre en su mismo hábitat.
El canto de las aves aún encierra muchos misterios. Se sabe que tiene un importante componente genético, y que algunas especies aisladas de sus parientes desde su nacimiento son capaces al llegar a adultos de desarrollar el canto territorial sin necesidad de escuchar a otros machos. Pero en otras especies se adquiere principalmente mediante aprendizaje, imitando y aprendiendo las estrofas de sus congéneres. De esto saben mucho los criadores de canarios!
Recientemente se ha descubierto que las aves, al igual que algunos mamíferos más evolucionados, disponen en su cerebro de las denominadas “neuronas espejo”, llamadas así porque se activan únicamente al observar o ver reflejada una determinada acción en otro individuo. Parece ser que conforman un sistema especializado de neuronas que se encarga de automatizar el proceso y predispone a la imitación, siendo responsable de la capacidad para desarrollar esta habilidad. En primates, incluidos nosotros mismos, ya se conocía la existencia de estas peculiares neuronas y su relación con la capacidad de los bebes de imitar a los pocos meses de vida los gestos y sonidos de los padres. La carencia de estas neuronas espejo está vinculada a los casos de autismo en niños y la incapacidad para entender el significado de los gestos que aprenden. Parece ser que hay todo un mundo por explorar es este sentido y algunos científicos comparan la importancia del descubrimiento de estas neuronas con la trascendencia que en su momento supuso descifrar la función del ADN.
Pero dentro de las aves, el hallazgo de estas neuronas ha sido inesperado y quizás con una mayor dimensión de la prevista. En principio tiene su lógica: las aves deben ser capaces de aprender sus propios cantos y diferenciarlos de los de otras especies, en ello se basa su territorialidad, muchos aspectos de su comportamiento (comunicación, señales de huida, alarma, cohesión de grupo, etc..) y en determinados casos pueden depender de los sonidos para lograr su aislamiento genético (como ocurre con el Mosquitero común y el Mosquitero musical, casi idénticos en su plumaje y morfología, pero necesariamente con cantos muy distintos). Algunas especies de aves nos demuestran que sus capacidades para imitar, aprender y “versionear” sonidos son casi ilimitadas, casi tanto como lo que nos queda por descubrir de ellas.

Enlace a esta página en Fotonatura

¿Qué fue primero, el barro o el agujero?


La familia Hirundinidae se compone de casi un centenar de especies ampliamente distribuidas por todo el mundo y que han logrado colonizar todos los continentes. Parte de su éxito se debe a las diferentes estrategias que utilizan para nidificar y que les ha permitido adaptarse a todo tipo de situaciones, pudiendo agruparse las especies en función del tipo de nido que utilizan: los de barro (como la Golondrina común), los túneles excavados en la tierra (como el Avión zapador) o bien utilizando huecos preexistentes en árboles o rocas (este caso, sin representantes en nuestra avifauna).
Al contrario de lo que cabría esperar, los estudios genéticos sobre esta familia han revelado que las golondrinas más primitivas y de las que derivaron el resto de especies, construían sus nidos excavando túneles en taludes. Posteriormente, durante su larga evolución fueron surgiendo las otras dos estrategias: por un lado las especies que decidieron dejar de excavar para aprovechar las oquedades naturales o la construidas por otras especies y, por otro, aquellas que aprendieron a fabricar nidos de barro, siendo estas últimas las golondrinas más recientes evolutivamente.
Las especies que ocupan huecos son más frecuentes en América del Norte y del Sur, donde se encuentran la mayor parte de las golondrinas que nidifican de este modo. Esta gran diversidad de especies parece estar asociada a la existencia de extensas superficies de bosques y a la vez de muchas especies que construyen huecos que luego pueden ser aprovechados por las golondrinas. Como curiosidad, comentar que en EEUU y Canadá es muy popular la colocación cajas nido para las golondrinas, muy similares a las que usamos aquí para Herrerillos y Carboneros, e incluso llamativas “ciudades colgantes” llenas de agujeros donde se establecen pequeñas colonias (podéis ver los enlaces al final, que son muy curiosos).
Las golondrinas que hacen sus nidos de barro lograron un importante éxito evolutivo con respecto a sus parientes, ya que fueron capaces de colonizar nuevas zonas con independencia de que existieran huecos o taludes de tierra adecuados para instalar sus nidos. No obstante, estas especies solamente han triunfado en lugares con un clima con un marcado período seco, ya que la excesiva humedad compromete la estabilidad de este material de construcción y, por ejemplo, el barro sería inviable en zonas tropicales. Es por eso que las especies que hacen nidos de barro son más frecuentes en África.
Esta habilidad para construir nidos de barro es exclusiva dentro de las aves, y aunque otras especies también utilizan este material, las golondrinas son la únicas capaces de utilizar barro puro, sin necesitar mezclarlo con otros materiales (hierba, ramas, hojas, etc.).
Los estudios genéticos también han determinado que los nidos de barro han ido evolucionando a lo largo del tiempo dentro de familia. Las golondrinas más primitivas empezaron utilizando un nido muy simple en forma de copa abierta (y que actualmente mantienen algunas especies, como la Golondrina común o el Avión roquero), del que fueron originándose nidos mas complejos con forma semiesférica, completamente cerrados y dejando una pequeña entrada (Avión común) o, como en las especies más evolucionadas, prolongando la entrada mediante un túnel (Golondrina dáurica).
También parece demostrado que los nidos de barro cerrados no sólo supusieron una ventaja para colonizar nuevos lugares, sino que también permitió a algunas especies hacerse coloniales y obtener los beneficios de este tipo de reproducción (defensa frente a predadores, éxito en la alimentación, etc.). En las colonias densas, el nido cerrado evita que se produzcan interferencias provocadas por cópulas no deseadas con los machos vecinos, de tal modo que las parejas copulan siempre en el interior de los nidos y las entradas o los túneles ayudan a defenderse más eficazmente del acoso de otros machos desde el interior.
Pese a que las golondrinas que construyen nidos de barro son consideradas más evolucionadas que el resto de sus congéneres, se ha comprobado que el tamaño de puesta es mayor en las especies que ocupan huecos o excavan túneles y, además, el sacrificio evolutivo de disminuir la puesta no se ha visto compensado con un mayor éxito en la eclosión.

Casualmente detuve mi coche al lado de un pequeño charco donde estaban cogiendo barro una pareja de Golondrinas dáuricas y se espantaron al instante. A los pocos minutos volvieron, ajenas completamente a mi presencia, y me dio tiempo a sacar todos los bártulos y disfrutar haciéndoles fotos durante un buen rato. Después no volvieron. Parece ser que ambos miembros de la pareja dedican varias horas al día a aportar barro al nido y después deben esperar a que se seque, aprovechando para alimentarse durante ese período.

Estos son enlaces a vídeos donde podéis ver las espectaculares “ciudades artificiales” que les ponen en Estados Unidos a las Golondrinas de las Iglesias o Purple martin (Progne subis):
http://www.youtube.com/watch?v=nJf5sjMOgCw&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=iCyBo5tuvmM&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=aCU4QrPsCog&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=nDrhy5tWzdU&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=D5ip1jaihf0&feature=related

Y esta otra, por si os animáis a comparar una “ciudad nido” en la página web de la Asociación para la Conservación de la Golondrina de las Iglesias:
http://purplemartin.org/shop/index.php?cPath=28?1&osCsid=2113fc57018a6745db23b76fd08f3709

Algo más sobre la Golondrina bicolor o Tree Swallow (Tachycineta bicolor), una típica golondrina que anida en huecos, un comportamiento que nos resulta curioso porque aquí no lo hace ninguna especie:
http://animaldiversity.ummz.umich.edu/site/accounts/pictures/Tachycineta_bicolor.html
http://www.stoneylonesomephotos.com/pics/5_27_7_Tree_Swallows_9.jpg
http://www.youtube.com/watch?v=UFaFLS8uu4Y
http://www.youtube.com/watch?v=xKZwNhEdzh4&feature=related

Enlace a esta imagen en Fotonatura

La abubilla no quiere ser estival



En la bibliografía clásica la abubilla consta como un ave con estatus fundamentalmente estival, con poblaciones migratorias transaharianas y con una invernada escasa en la Península Ibérica. Así figura al menos en la publicación “Situación de la avifauna en la Península Ibérica, Baleares y Macaronesia” (CODA-SEO, 1985), que fue durante muchos años la obra de referencia más precisa sobre el estatus de nuestras aves. No obstante, basta con consultar las Guías de Aves editadas durante los 80 y los 90 (las típicas de Omega: Bruun&Singer, Keith&Gooders, Heinzel, Peterson, Jonssons, Mullarney&Svennson o la de Incafo: Sáez de Royuela), para comprobar que todos estos autores asumen del mismo modo su estatus estival y, en algunos casos, el posible sedentarismo en la mitad meridional de la península ibérica.
Posteriormente, en la edición de “Aves Ibéricas. Vol I. No Paseriformes” (Díaz, Asensio y Tellería, 1996), se constata el sedentarismo de parte de la población, pero lo más sorprendente es que concluyen afirmando que en realidad se desconocen dónde se encuentran los cuarteles de invernada de la población migradora europea. Los datos aportados por las recuperaciones de aves anilladas no son suficientes para esclarecer dónde van las aves que nidifican al norte de los Pirineos o cuál es la magnitud de la invernada en África. Y digo que me parece sorprendente porque es una de nuestras aves más comunes y pese a ello guarda secretos que no aún no conocemos.
En las últimas temporadas he podido observar una intensa invernada de Abubillas en los regadíos extremeños, con densidades muy superiores a las 1,07 aves/10 ha (consideradas las máximas según los autores de “Aves ibéricas”), no siendo infrecuente ver más de un centenar de aves en una jornada de campo en los arrozales. Lejos de ser un ave estrictamente estival, desde hace tiempo una parte de las abubillas nidificantes en Extremadura se ha hecho sedentaria (en muchos casos incluso se mantienen prácticamente en los mismos territorios durante todo el año, aunque otras poblaciones se comportan como dispersivas y se desplazan a otros hábitats), pero además hay una importante acogida de aves invernantes, hecho que debe ser cada vez más frecuente al sur de los Pirineos.
Sería interesante conocer y recopilar las citas de abubillas invernantes que se producen en otras zonas de la Península Ibérica, especialmente en la mitad norte, para valorar la tendencia del estatus de esta especie. Seguramente muchas de las imágenes que se han subido en Fotonatura corresponden a aves invernantes y constituyen en sí mismas datos de interés. Revisando vuestros archivos fotográficos podéis encontraros con alguna sorpresa.
Todo parece apuntar a que la abubilla, al igual que ha ocurrido con otras aves (la cigüeña blanca, sin ir más lejos), ha ido cambiado progresivamente su estatus en la Península Ibérica, disminuyendo los efectivos que migran a África, aumentando la población sedentaria y acogiendo a más aves invernantes.
Como curiosidad, hay una cita de Francisco Bernis (el que fue uno de los pilares de la ornitología ibérica) comentando el hallazgo en 1970 de abubillas aletargadas en el interior de huecos de árboles (sorprendente!) y que él mismo interpretaba como un comportamiento asociado a la escasez de alimento y a que posiblemente la Península ibérica no era todavía un cuartel de invernada suficientemente favorable para esta especie. Bueno, han pasado 38 años desde entonces y es más que evidente que algo ha cambiado. Merece la pena pensar en ello. ¡Y encima a las abubillas las consideramos como “aves comunes”..... y resulta que no sabemos casi nada de ellas!
Enlace a esta imagen en Fotonatura

La rana adivina


Estaba tumbado en el suelo buscando el modo de fotografiar las Ophrys tenthredinifera en un pastizal, peleando con el duro sol de mediodía, cuando surgió esta diminuta belleza avanzando a saltos entre ellas. Se mantuvo sobre la orquídea durante un breve instante y apenas tuve tiempo de jugar con otras composiciones. Después de varias tomas fue esta la que más me gustó, ya que al estar el sol muy alto tuve que descartar aquellas en las que aparecían demasiados brillos sobre su húmeda piel. Tan absorto estaba haciendo las fotos que cuando saltó de la planta no fui capaz de volver a encontrarla entre la hierba!
No sé si esta imagen se puede considerar como un documento que demuestre la “presunta” colaboración de los anfibios en la polinización de las orquídeas.....pero está claro que sólo podrían presumir de ello las hábiles ranas trepadoras del género Hyla, las únicas capaces de ascender por tallos y ramas gracias a los discos adherentes de sus dedos que actúan como ventosas. En la Península Ibérica tenemos dos especies: Hyla meridionalis (la de la imagen) y Hyla arborea, aunque parece ser que se producen frecuentes casos de hibridación entre ambas (podéis leer un interesante artículo sobre ello en http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/munibe/2004140145.pdf y también ver fotos de los ejemplares híbridos).

Siempre me ha resultado muy curiosa la utilidad de algunas especies como barómetros naturales, ayudando al hombre a predecir el tiempo con asombrosa exactitud. Entre ellas se encuentran las ranas del género Hyla y también otros seres más extraños, como las sanguijuelas (dicen que son las más fiables y sensibles) o un pez de la familia de Silúridos (llamado Mingurno o Pez barómetro). A partir de la detenida observación de su comportamiento pueden interpretarse determinados cambios meteorológicos venideros asociados a las variaciones de la presión atmosférica, como la llegada de las lluvias, de las borrascas o de los anticiclones. Hay documentos que demuestran que ya en el siglo XVIII era bastante popular tener algunos de estos “barómetros animados” en los hogares y se vendían dentro de vasijas de cristal acompañados de un detallado manual de instrucciones. Las ranitas del género Hyla se colocaban en un recipiente con abundante agua y un poco de tierra sobre la que se apoyaba una ramita o una pequeña escalera. Cuando la rana presentía la llegada de lluvias se quedaba en el fondo de la vasija nadando inquieta en el agua.... y si las lluvias iban a ser persistentes permanecía en el agua quieta sin nadar. Cuando se avecinaba tiempo seco y soleado, la rana ascendía progresivamente por la escalera, subiendo más alto cuanto mejor eran las condiciones previstas. En los “modelos” más sofisticados, los peldaños de la escalera llegaban a estar calibrados de tal modo que indicaban las diferentes situaciones meteorológicas (“lluvia”, “tormenta”, “variable”, “bueno” y “muy bueno”).
La verdad es que las ranas siempre han sido muy valiosas para realizar predicciones.....incluso para esclarecer situaciones muy delicadas, como la famosa “prueba de la rana”, utilizada hasta hace bien poco como uno de los test de embarazo más fiables. Las hormonas presentes en orina de las mujeres embrazadas, inyectada bajo la piel de las ranas, desencadenaba en ellas la ovulación. Por tanto, si la rana comenzaba a producir huevos, se confirmaba el embarazo.
En fin, el barómetro de pared y el Predictor......arruinaron la prometedora carrera profesional de las ranas!

Enlace a esta imagen en Fotonatura

¿Una gaviota de toda la vida?


La Gaviota reidora es una de las especies más representativas de nuestras zonas húmedas en invierno, estando presente en toda clase de hábitats, ya sean costeros, fluviales, regadíos o incluso áreas urbanas. Sus poblaciones llegan a alcanzar cifras espectaculares en los basureros de las grandes ciudades, donde se concentran miles de aves atraídas por la abundancia de alimento. La Península Ibérica constituye una de las principales áreas de invernada de las poblaciones que nidifican en el resto de países europeos, cuyos efectivos muestran un incremento progresivo (se estima que ya superan los 3 millones de parejas) y una marcada tendencia a ampliar su área de distribución.
Después del invierno, sólo una pequeña parte de esa población permanece como nidificante en nuestras latitudes, alcanzado algo más de 5.000 parejas que se reparten ampliamente por diferentes zonas húmedas, destacando las colonias del Delta del Ebro, la Albufera de Valencia y Santa Pola y varias lagunas manchegas (Pedro Muñoz, Alcázar de San Juan) y andaluzas (Doñana, Fuente de Piedra), entre otras. Hay numerosas citas de intentos de reproducción que fracasan o que son irregulares, así como pequeñas colonias incipientes en varias localidades peninsulares.
Sin embargo, aunque pudiera parecer que se trata de una gaviota que forma parte de nuestra avifauna nidificante desde siempre, resulta que las primeras citas de reproducción se remontan al año 1960, descubriéndose una pequeña colonia de poco más de 20 parejas en la Isla de Buda en el Delta del Ebro, un hallazgo que debemos a los ornitólogos Salvador Maluquer y Arturo Sarró. Hasta entonces no existía constancia de su presencia como nidificante, si bien en los últimos 50 años ha ido colonizando gran número de humedales, aprovechando su capacidad de adaptación, pero también enfrentándose a los problemas que afectan a estas vulnerables zonas (desecación, contaminación, destrucción del hábitat, molestias humanas, etc.).
Me ha parecido interesante destacar este aspecto relativo al estatus de la Gaviota reidora en la Península ibérica, ya que sólo han bastado unas décadas para lograr que esta especie pasara de ser exclusivamente invernante a consolidarse como reproductora, colonizando con éxito nuevas áreas. En los años 60 este comportamiento no se asociaba a los perniciosos efectos del “cambio climático”, tan de moda ahora para explicarlo todo, pero sin embargo creo que es una necesaria referencia a tener en cuenta a la hora de interpretar objetivamente el dinámico comportamiento de las aves.

Enlace a esta imagen en Fotonatura

La Ley del plomo


Tenía guardada esta imagen para escribir algún día sobre la caza fotográfica y los parecidos y diferencias entre cazadores y fotógrafos. Pero el tema de la “Ley del Plomo”, tan de actualidad en estos días, ha provocado que haya tenido que sacarla anticipadamente de mi archivo. Como sabréis, el próximo sábado 1 de marzo está convocada una manifestación en Madrid bajo el lema “Por el campo, la caza y la conservación”, en la que algunos colectivos de cazadores pretenden protestar ante el Ministerio de Medio Ambiente por su disconformidad ante la entrada en vigor de la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad. Aunque sus protestas se centran en determinados aspectos de la Ley que también me apetecería rebatir ampliamente, creo que merece la pena discutir el que se ha convertido en su argumento en contra más relevante: la prohibición de que los cazadores usen munición de plomo en los humedales protegidos, es decir, aquellos incluidos en Red Natura 2000 o en el Convenio Internacional de Ramsar. Esta prohibición ha motivado que la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad haya sido rebautizada por sus detractores como “la Ley del plomo”.
Las razones para prohibir el uso del plomo son conocidas desde hace tiempo, incluso por los propios cazadores. Cuando se dispara a las aves acuáticas en los humedales, miles de perdigones de plomo se depositan en el fondo del agua, incorporándose de inmediato a las cadenas tróficas. Numerosas especies de aves acuáticas consumen estos perdigones confundiéndolos con las pequeñas piedrecillas y granos de arena que necesitan ingerir para ayudar a la molleja en su función trituradora de alimento. El plomo de los perdigones es degradado rápidamente en el interior del sistema digestivo de las aves, se acumula en su organismo y cuando alcanza determinados niveles les provoca la muerte. No se trata de un hecho accidental y poco relevante: se estima que más de 50.000 aves acuáticas mueren cada año envenenadas por plomo (plumbismo) y más de 150.000 ejemplares padecen sus graves secuelas. Se trata un fenómeno que no actúa selectivamente y afecta en igual medida a especies muy comunes y abundantes (Ánades, Cercetas, Porrones, Fochas, Gansos, Flamencos, Agachadizas, Agujas, ...) como a otras muy amenazadas (Cerceta pardilla, Malvasía, Focha moruna). El problema se agrava debido a que muchos patos forman parte de la dieta de otras especies de aves, como las grandes y medianas rapaces (Águila real, Águila imperial, Aguilucho lagunero, Halcón peregrino, Alimoche), que al consumir su carne asimilan el exceso de plomo, ocasionándoles primero la infertilidad y después la muerte.
Por aportar algunos datos relevantes, en España la actividad cinegética ha provocado sólo en los últimos 10 años el vertido de más de 60.000 toneladas de plomo, aumentando la contaminación por este metal pesado a un ritmo creciente de 6.000 Tm anuales. Después de siglos de tradición cinegética, podemos “presumir” de tener en nuestro territorio algunos de los humedales más contaminados por plomo de Europa, como la Albufera de Valencia, el Delta del Ebro o la Laguna de Medina (Cádiz), llegando a alcanzar concentraciones de hasta 300 perdigones por metro cuadrado.
Resulta cuanto menos increíble que determinados colectivos de cazadores puedan estar en contra de la prohibición de esta fuente envenenamiento masivo e indiscriminado. Quizás, planteando esta reflexión desde otro punto de vista podríamos hacerles cambiar de opinión. ¿Pensarían lo mismo si las victimas de este envenenamiento fueran ellos mismos, o mejor dicho, todos nosotros? La incidencia del plomo en los humanos es un hecho sobradamente comprobado (tiene hasta nombre: saturnismo) y la historia nos ha dejado ejemplos de gran relevancia, como su relación con la caída del Imperio Romano o la muerte por intoxicación grandes celebridades como Goya o Beethoven. Del mismo modo que el plomo ocasiona a las aves la muerte directa o indirecta, el exceso de este metal, tarde o temprano, acaba llegando también a nosotros. Lo queramos o no, estamos en la cúspide de la pirámide ecológica para lo bueno y para lo malo. Por ejemplo, se estima que el 40% de las aves acuáticas que abaten los cazadores no son aptas para el consumo humano debido a su elevada concentración de plomo (y encima nos las comemos!!!). Muchas zonas de caza situadas en terrenos agrícolas (arrozales, maizales, cereales) acumulan grandes cantidades de plomo que son asimiladas por las plantas y que posteriormente consumimos en nuestras casas o utilizamos como pienso para alimentar a animales que forman parte de nuestra dieta (gallinas, ovejas, vacas....). El ganado extensivo se alimenta en pastizales que son generosamente regados cada año con plomo, provocando que la carne o la leche que luego consumimos tenga niveles cada vez más altos de plomo. Por desgracia, los perdigones tardan más de 300 años en degradarse por completo y estamos ante un problema que permanecerá latente durante varias generaciones.
La lucha emprendida por los cazadores en contra de su prohibición carece de toda lógica. La sociedad es consciente de la toxicidad de este metal desde hace décadas. Se han instalado catalizadores en todos los coches de gasolina y se ha logrado eliminar el plomo de este combustible a nivel mundial para evitar los nocivos efectos de su combustión. Las antiguas tuberías de plomo para la conducción de agua han sido sustituidas en su práctica totalidad por otros materiales, evitando así una de las fuentes principales de envenenamiento en humanos. Hace años se cambió la composición de las pinturas y barnices domésticos para eliminar el plomo, por ser un foco permanente de contaminación en los hogares (uno de los menos conocidos, pese a que desde la antigüedad se ha empleado para fabricar la pintura blanca, llegando a constituir hasta el 50% de su formulación). Las empresas de electrónica se vanaglorian ahora de fabricar productos que no incluyen plomo en sus soldaduras. Por tanto, ¿en qué mundo viven los que exigen su derecho a seguir vertiendo veneno al medio ambiente?
De todo lo que he leído estos días sobre el tema, me ha llamado poderosamente la atención los últimos estudios científicos que han demostrado la estrecha relación existente entre la agresividad y el plomo en nuestra sociedad (poned las palabras plomo y agresividad en Google y ya veréis el acojone que os entra.....). Los altos niveles de plomo favorecen los comportamientos agresivos debido a que afectan al sistema nervioso central, siendo la población infantil la que resulta afectada en mayor medida, ocasionándoles además problemas de desarrollo, anemia, ansiedad, daños renales, etc... Por citar un par de ejemplos, en Estados Unidos se ha demostrado científicamente la disminución del número de homicidios al bajar la exposición de la población al plomo.....o el lamentable caso de “los niños de plomo”, generaciones de niños peruanos que vivieron en contacto con este tóxico y cuyas vidas han quedado marcadas para siempre por las secuelas.

Y es por todo esto que me parece injusto que los cazadores no reconozcan la realidad del problema, sobretodo cuando tiene una fácil solución: sustituir el plomo por perdigones de otro metal (acero o de otras aleaciones que ya se comercializan) y adaptar las escopetas al uso de este tipo de munición (cambinado los cañones, ya se desgastan al usar perdigón de acero).

Me encantaría ver una gran pancarta encabezando esta manifestación donde se leyese: “Por el campo, la caza y la conservación: vamos a dejar de envenenar con plomo”. No es un capricho de legisladores “conservacionistas”, es un problema para la salud de la fauna silvestre y de todos nosotros.
Se me ha vuelto a ir la tecla......, no lo puedo evitar, ....pero creo que es un tema que realmente lo merece. Gracias por llegar hasta aquí.

Un saludo a todos!!


Os dejo estos enlaces que os recomiendo que visites si os interesa el tema:
http://www.fedecaza.com/manifestacion/notas.asp (lo que piensan los cazadores)
http://caza-raicesycultura.blogspot.com/2007/12/tarta-ecolgica.html (lo que piensan otros cazadores....no son todos iguales)
http://waste.ideal.es/plomo.htm (sobre los perjuicios del plomo)
http://quiro.uab.es/tox/wnew/plomo.pdf (excelente)
http://quiro.uab.es/tox/wone/one.htm (muy gráfico)
http://www.mma.es/secciones/biodiversidad/especies_amenazadas/vertebrados/aves/plumbismo/plumbismo.htm (el plumbismo en España, estudio de 1990, pero interesante)
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Plomo/elpepisoc/19980721elpepisoc_9/Tes/
http://www.genaltruista.com/notas/00000257.htm (plomo y homicidios)

Enlace a eta imagen en Fotonatura

La migración del Pinzón vulgar



Algunas especies de aves tienen un curioso comportamiento migratorio denominado “migración diferencial”, caracterizado por que no todos los los individuos de una población migran, o no todos lo hacen al mismo tiempo, o no todos al mismo lugar. Un caso ilustrativo de este fenómeno son las poblaciones de Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) que invernan en nuestras latitudes procedentes del centro y norte de Europa. Las poblaciones de machos y de hembras se separan durante el invierno, formando grandes bandos que migran a zonas diferentes, con frecuencia muy distantes entre sí. Las hembras suelen invernar en zonas situadas más hacia el sur y en mayor número que los machos. Por su parte, los machos se quedan en regiones peninsulares situadas más al norte que las hembras y sus efectivos son proporcionalmente menores. Las razones que explican este hecho aún no son bien conocidas, ya que implica esclarecer la vinculación del sexo con la selección de hábitat y la distribución espacial , un aspecto que resulta ciertamente intrigante.
En el campo, este tipo de migración puede ser observada con relativa facilidad y seguro que os habrá llamado la atención en más de una ocasión ver durante los meses de invierno bandos formados exclusivamente por machos o por hembras.
En Extremadura, por las observaciones en mis zonas de campeo de Badajoz, suelen ser más frecuentes los bandos de hembras, que a veces llegan a estar formados por gran número de aves, ocupando frecuentemente rastrojos de arroz y maíz, siembras, terrenos labrados, viñedos, etc..., hábitats radicalmente diferentes a los ambientes forestales donde suelen nidificar en sus países de origen.
Esta migración diferencial puede a ser muy acusada en algunas especies de aves, llegando incluso a provocar diferencias morfológicas muy acusadas, como una mayor longitud en las alas de los individuos de las poblaciones que vuelan más lejos. Recientemente, muchas líneas de investigación están centradas en conocer las razones y ventajas que supone esta migración diferencial, habiéndose comprobado que existe tanto en grandes aves como las Avutardas hasta otras tan pequeñas como el Mosquitero común.

Enlace a esta imagen en Fotonatura

Cuando se quiere, se puede



Cada año millones de Palomas torcaces llegan a nuestras dehesas procedentes del centro y norte de Europa en busca de su principal alimento: las bellotas. Aunque a primera vista puede resultar sorprendente, las poblaciones invernantes de Paloma torcaz se encuentran entre las mejor conocidas y estudiadas de nuestra avifauna, tanto a nivel de sus efectivos como de la dinámica de su comportamiento migratorio. Este exhaustivo conocimiento, que ya lo quisiéramos para otras especies de aves más amenazadas, nace del esfuerzo común de instituciones, colectivos y administraciones,..... un modo de trabajar que por desgracia que nunca parece ponerse de moda.
Desde 1997 se vienen realizando censos coordinados utilizando una misma metodología y en idénticas fechas en toda su área de distribución invernal, cubriendo todas las regiones de invernada del sur de Francia (principalmente en Las Landas), España (Extremadura, Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla-León) y Portugal (Algarve, Alentejo, Beira y Ribatejo), así como las zonas tradicionales de paso por los Pirineos. En los censos participan miembros de las Federaciones regionales y nacionales de caza, agentes de medio ambiente, técnicos de las administraciones, voluntarios, etc.., logrando un admirable grado de fiabilidad en el conteo de todos los dormideros conocidos de la especie. Actualmente se dispone de 10 temporadas consecutivas de censos invernales, un grandioso esfuerzo que está permitiendo conocer la tendencia poblacional y los principales factores que determinan su distribución. Este trabajo se complementa con muestreos en las zonas de comedero para estimar la producción de bellotas de encina y alcornoque y poder así correlacionar la distribución y abundancia de palomas con la disponibilidad de su principal alimento. También se organizan jornadas de formación para instruir a los censadores en técnicas específicas de conteo (¿os imagináis tener que contar un bando de palomas como el de la foto, disponiendo tan sólo unos segundos para realizar una estima?).
Los datos más recientes corresponden a la invernada 2006-2007, en la que se controlaron un total de 138 dormideros (85 en España y 53 en Portugal) y se estimó la población ibérica en más de 4.240.000 palomas, de las que el 77% invernaron en Portugal y el 22% lo hicieron en España.
A la vista de los resultados, los autores de los censos consideran que la población parece experimentar un incremento progresivo, habiendo pasando de un máximo de 2,5 millones de palomas entre 1998 y 2000, hasta llegar a superar los 4 millones en los últimos años.
La disponibilidad de bellota parece condicionar en buena medida su distribución, seleccionando preferentemente dehesas y montes donde este recurso es abundante, pero también es determinante la presión que se ejerce sobre ellas en los dormideros comunales (hay dormideros que pueden acoger a más de 1 millón de aves!). Estos enormes bandos son sistemáticamente ahuyentados en aquellas dehesas donde la bellota es un recurso imprescindible para alimentar al ganado, ya que pueden llegar a ocasionar pérdidas económicas muy cuantiosas. En los tiempos que corren, la bellota es un recurso muy valioso y la garantía para obtener productos ganaderos únicos y de calidad. Por esta razón, las palomas son espantadas a tiros o con cohetes en los grandes dormideros para intentar reducir su permanencia en determinadas zonas. En función de las molestias y de la presión cinegética a la que sean sometidas (que en algunas zonas llaga a ser muy intensa), los grandes bandos se van desplazando por sus áreas tradicionales de invernada, principalmente en Extremadura, y van avanzado progresivamente hacía Portugal, llegando hasta la misma costa atlántica, a la altura de Setúbal.

Los resultados conseguidos con la Paloma torcaz en estos 10 años me parecen admirables y todo un ejemplo a seguir en cuanto a coordinación, metodología y eficacia. Demuestra que “cuando se quiere se puede” y que es posible afrontar proyectos de gran magnitud cuando sea aúnan esfuerzos e intereses. Por eso, no deja de llamarme la atención que no existan iniciativas similares para conocer mejor las poblaciones y la distribución de otras aves con graves problemas de conservación, para las que nunca se han planteado censos coordinados interregionales o internacionales. Saber que es posible controlar anualmente y durante una década una población de más de 5 millones de aves repartidas en un extenso territorio, hace difícil creer que aún no dispongamos de un seguimiento similar para algunas de nuestras especies protegidas más emblemáticas.

También aprovecho para expresar mi reconocimiento a Antonio Bea, biólogo y gran conocedor de las palomas, una de las personas que más se ha esforzado en la coordinación de estos censos desde sus comienzos. Con él tuve la suerte de aprender a contar palomas y de compartir el espectáculo del paso migratorio de estas aves en Extremadura y en los collados de los Pirineos (seguro que nuestro compañero Alberto Gil también guarda un buen recuerdo de esta experiencia transpirenaica!)

Podéis encontrar más información sobre los censos coordinados de Paloma torcaz en estos enlaces:

http://www.euskonews.com/0184zbk/gaia18403es.html (resultados de la temporada 2000-2001, ampliamente comentados)
http://www.fedecazagipuzkoa.com/not_det.asp?id=532 (con los datos más recientes: 2006)

Enlace a esta imagen en Fotonatura